¿Por favor? [14]

601 52 9
                                    

La mujer despertó por el sentimiento de no estar en su cama, se incorporó de golpe y recordó dónde estaba, Robert dormía a un lado de ella mirando en la dirección contraria a dónde ella están, cabello desordenado, y muy lejos de donde ella estaba, sonrió, sabía que había permanecido alejado de ella porque no quería incomodarla, siempre lo hacía, observó la habitación y después dio un vistazo a su teléfono, 9:30 am. Y cinco llamadas perdidas de su hermano.

— Mierda... —susurró y salió de la habitación para no molestar al hombre, llamó a su hermano y contestó inmediatamente—, Ethan... —susurró de nuevo.

— ¿Dónde carajos estás, Harry? —la chica permaneció callada—, ¿Estás bien?

— Estoy bien, Tan, lamento no haber llamado —dijo con un tono de voz muy bajo.

— ¿Harry a quien estás tratando de no despertar? —la chica no supo que contestar—, espero sea una buena persona.

— Lo es, créeme que lo es —sonrió y sintió una respiración en su nuca.

— Más le vale, por favor ten cuidado y no hagas tonterías —la chica pasó su lengua por sus labios, sintió un beso en el cuello y escuchó pasos descalzos alejándose—, te veo entonces en unos días.

— Llámame para que te recoja en el aeropuerto —Ethan se despidió y colgó.

Harry miró a las escaleras y observó a Robert bajando descalzo y despeinado, la chica sonrió, Robert estaba siendo un caballero y un increíble « casi acompañante » pensó la chica, ¿acompañante? ¿Casi pareja? ¿Exactamente qué eran? —profesor alumna—, borró la idea inmediatamente. No atormentaría a Robert con esa pregunta, pero le estaba siendo difícil definir qué estaba pasando entre ellos dos; bajó corriendo las escaleras y abrazó al gato que se encontraba sentado en el sofa. 

— Buen día Rob —dijo dándole un beso en la mejilla mientras Robert preparaba el desayuno.

— Supongo que era tu hermano preocupado —tomó su taza de café y le extendió una a la joven.

— Sí, se va a Inglaterra una semana a visitar a su novia —Robert le extendió un plato—, Robert no hacía falta —dijo tomándolo y sentándose—, gracias, por invitarme, por hacerme café, el desayuno, por presentarme a Alfie —Robert sonrió.

— Gracias a ti por estar aquí conmigo —se sentó frente a ella en la barra y desayunaron en silencio.

Downey estaba concentrado en su desayuno cuando miró al pequeño Alfie comiendo y sonrió involuntariamente, era la primera vez en muchos años que estaba desayunando con compañía humana, después miró a la joven que disfrutaba de su desayuno, sonrió aún más, recordó cómo conducía mientras ella cantaba en la madrugada, se sentía como si hubiera tenido el mejor sexo de su vida y ni siquiera habían llegado a eso, estaba sonriendo como un tonto a su plato cuando sintió una mano más pequeña que la suya sobre su brazo, levantó la mirada y se encontró con los ojos de Harry.

— ¿Qué piensas, Robert? —caminó al sofá seguida por el hombre, quien se sentó a su lado y comenzó a acariciar su cabello. El hombre solo sonrió y siguió por unos minutos mientras la chica se relajaba con sus caricias.

— En lo hermosa que eres y lo afortunados que somos Alfie yo de tenerte aquí —ella abrió los ojos, sonrió y miró su reloj—, ¿tienes que irte? —sonó más triste de lo que quería.

— Aún no —dijo mirándolo—, ¿necesitas que me vaya?

— ¡No! No, me gusta que estes aquí —quiero mostrarte algo—, estoy seguro de que te va a encantar —la chica se levantó y Robert la tomó de la mano, Harry adoraba sus manos—, cierra los ojos —la chica hizo caso a la indicación—, creí que no seguía órdenes señorita Darcy —susurró en su oído y la chica sonrió—, ábrelos.

Una pantalla gigante empotrada en la pared y toda una pared, llena con repisas, como un librero que en lugar de tener libros, tiene películas, muchas películas, de diferentes años, géneros, idiomas, la chica sintió su pulso bajar y subir tantas veces que dejó de creer que estaba viva, el hombre la observaba con una sonrisa.

— Me estoy muriendo por besarte, Harry —la chica caminó hacia él y unió sus labios, tan adictivos, tan perfectos, Downey era un increíble besador, el mejor beso que había experimentado ya era título de Downey y no había manera de negarlo, sentía que llegaba al punto de placer máximo con solo tocar sus labios se detuvieron y la chica miró los grandes ojos marrones que eran custodiados por las pestañas más hermosas que podía imaginar, acompañadas de unas cejas pobladas bellísimas y una preciosa nariz, ese hombre era una escultura tallada a mano por el mismo Zeus.

— Robert —el hombre prestó atención—, me estoy muriendo porque me hagas tuya —los ojos de cachorro que estaba viendo se fueron y su lugar los tomó una mirada calculadora—, quiero que me hagas tuya aquí en tu casa ahora —Robert puso su pulgar en los labios de la chica haciéndola callar.

— Para empezar, Darcy —susurró y se acercó al oído de la mujer—, no te voy a hacer mía —la chica echó la cabeza hacia atrás—, porque ya lo eres —Harry gimió al sentir la mano de Robert en su cuello—, ruega —ordeno.

— Por favor, te lo ruego por lo que más quieras, por favor.

— ¿Por favor que? ¿Harry? —la chica empezó a escuchar en eco—, Harry, despierta —la chica abrió los ojos. Se encontraba acostada en el sofá justo donde había estado antes de quedarse dormida—, ¿por favor qué, Harry? —la miró con el ceño fruncido y ella se sonrojó—, ¡Harriet Darcy! —exclamó sorprendido y con una sonrisa en su cara—, ¡Estabas teniendo un sueño erótico conmigo!

— ¿Quién dijo que contigo? —dijo incorporándose.

— "Robert por favor" —dijo mirándola.

— No eres el único Robert que conozco, Downey —rió y se levantó.

— Estoy seguro de que no soy el único Robert que conoces, linda —se levantó y se acercó a ella—, pero si al único que se lo rogarías así—susurró en su oído y le dio un beso en la mejilla dejándola ahí con la sensación de su sueño.

Delgada Línea [Robert Downey Jr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora