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Robert

La luz y el sonido de un la estufa me despertaron, abrí los ojos de golpe, estaba en mi habitación, me moví y no tenia heridas, nada me dolía, mi cuerpo estaba perfecto, estaba desnudo y una delgada sábana blanca me cubría apenas la cintura, observé la habitación, mi ropa estaba amontonada en una silla, respiré con paz, había sido solo una pesadilla, la peor pesadilla que cualquier persona pudo haber tenido. Me levanté y me puse mi bóxer, alcancé a ver los zapatos de Harry en el suelo.
Alphie entró a saludarme y lo abracé con cariño, creí que no lo volvería a ver. Caminé hacia la cocina donde Harry hacia el desayuno con una de mis camisetas y su ropa interior, mi corazón latió con paz y tranquilidad, caminé hacia ella y mientras ella estaba concentrada yo me atreví y darle un fuerte abrazo por la espalda.

— Te despertaste cariñoso hoy —rió girando y me dio un beso corto, no la solté y mis ojos poco a poco ardían más—, ¿Robert? —me miró preocupada, apagó la estufa y caminó de mi mano hasta el sofá obligándome a sentarme—, ¿qué ocurre?

— Harry, creí que... tuve una pesadilla —la chica me miró con tanta ternura que después de medio segundo me di cuenta lo patético que había sonado—, fue horrible, no te encontraba y no sentía mi cuerpo y creí que estaba muriendo y no sabía cómo estabas tú, y el auto que nos chocó y no habíamos podido llegar a casa —ella me tomó de la mano y comprendí que quería que me calmara.

— Robert, anoche llegamos a casa y me diste una de las mejores noches de mi vida —se sonrojó ¿por qué yo no recordaba eso? Es por eso que estaba desnudo—, de verdad, no es por alardear pero, Robert, fue simplemente increíble, jamás había sentido todo eso.

La abracé, y besé su frente.

— Dios, Harry, debe haber sido la peor pesadilla que he tenido jamás. En serio fue horrible.

— Hey, tranquilo —me obligó a mirarla a los ojos—, Robert yo estoy luchando y no me voy a ir ¿ok? Pero tienes que ser fuerte.

— ¿Qué? —tomé sus manos, me confundía.

— Vamos a estar bien —me besó y sentí que se perdía en el viento.

Tomé su cara con fuerza pero se estaba desvaneciendo entre mis manos, mi pánico se hizo grande, ella desaparecía frente a mi y yo no podía hacer nada.

— Despierta, amor —me susurró al final.

El sonido del monitor me despertó poco a poco, la luz blanca llenó mis ojos y estos tardaron en acostumbrarse al espacio. Cuando por fin tuve mi vista de vuelta miré mi cuerpo, brazo izquierdo, enyesado, pierna derecha, enyesada.

Había sido un sueño.

Una enfermera entró por la puerta y me sonrió al verme despierto.

— ¿Harry? —mi voz salió en un susurro apenas audible.

— Será mejor que descanse, señor, no piense en otra cosa, su cuerpo aún es muy débil para preocuparse.

Me sobresalté, ¿cómo diablos me pedía eso?

— ¿Qué? Necesito saber sobre Harriet Darcy —intenté levantarme y el dolor recorrió mi espalda haciéndome soltar un quejido y volver a acostarme.

— Señor, la señorita Darcy se encuentra en terapia intensiva por el momento, su hermano ya está aquí al pendiente de ella, le ruego que se relaje un poco —mis ojos se llenaron de lágrimas.

Era yo quien debería de estar ahí, no ella, no mi chica, después de haber tenido la mejor velada de nuestras vidas. No lo soporté, la enfermera salió y a mi se me rompió el corazón, lloré y lloré amargamente sin consuelo alguno.

Cerré los ojos y los abrí muchas veces intentando convencerme de que esto era el sueño y lo otro era la realidad. 

— Vamos, despierta —me susurraba a mi mismo con desesperación—, despierta, Robert despierta, Harry te espera en la realidad, despierta vamos —ahogué todos mis intentos en sollozos, desesperados y casi muertos, no podía levantarme, no podía buscar a Harry.

Intenté calmarme, después de un rato, la puerta sonó y alguien entró en un momento, era Ethan, su cara se veía cansada, bajé la mirada.

— No te culpes, Robert —soltó y lo miré, creí que él me culparía—, no fue tu culpa en ningún momento, y por lo que dijo la policía, controlaste bien el volante hasta que te desmayaste, de no ser así no sé cómo hubiera terminado.

— ¿Cómo está? —mi voz salió grave, ronca, quizá por no usarla mucho en las últimas horas o por llorar amargamente.

— Aún no se sabe —bajó la mirada—, mi padre está aquí, vino a verla... —se quedó callado por el tiempo que creí era el más largo que jamás había presenciado.

— ¿Qué ocurre?

— Acaba de enterarse de que iba contigo... y de tu edad y que eres su profesor.

Mi respiración se detuvo y por primera vez experimenté el miedo de darle la cara a alguien, quería que el padre de Harry me aceptara, me quisiera como a un hijo, y esta era la peor situación para conocerlo y decirle que era yo quien estaba loco por su hija.

— No está cómodo, Robert, papá siempre ha sido un hombre un poco cerrado y le cuesta entender ciertas cosas, no creo que sea buena idea que le des la cara.

— ¿Cómo no darle la cara si yo era el conductor del auto en el accidente que puso a su hija de esa manera? —Ethan suspiró y se levantó.

— Robert, lo qué pasó no fue tu culpa...

Me dio una ultima mirada para después salir de la habitación y dejarme ahí un inútil en cama, sin poder salir corriendo y yendo a buscar a mi Harry.

Delgada Línea [Robert Downey Jr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora