Veintinueve.

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Mi semana transcurrió tranquila, todo era mejor sin que Hyera estuviese en mi salón, si bien la veía muchas veces al día rondando por los pasillos, ya no se acercaba a mí

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Mi semana transcurrió tranquila, todo era mejor sin que Hyera estuviese en mi salón, si bien la veía muchas veces al día rondando por los pasillos, ya no se acercaba a mí. En parte creo que era debido a que Eunji no me dejaba sola ni para ir al baño, algo que agradecía profundamente porque siendo sincera, tenía mucho miedo. La experiencia que viví fue muy impactante, demasiado cruda y sádica. Quería creer que no me había afectado tanto, pero me encontré varias veces con las rodillas temblorosas y el corazón agitado cuando Hyera se cruzaba en el corredor del instituto. En fin, quería verle el lado positivo a la situación por lo que no dije nada al respecto. 

Estaba bebiendo de mi cajita de jugo de manzana mientras Eunji parloteaba a mi lado. Nos dirigíamos a la máquina expendedora, era tiempo de receso por lo que teníamos alrededor de veinte minutos para comer una colación y charlar despreocupadas. 

—Jimin ha estado ensayando mucho para su próxima presentación en el conservatorio —mencionó sacando dinero de su bolsillo, lo metió en la máquina y comenzó a digitar el código para sus golosinas—. Anoche me llamó, estamos oficialmente invitadas a verlo danzar el próximo miércoles —sonrió entusiasta. 

Me contagie de su sonrisa y dije: —Es genial, jamás he ido a ver algo en el conservatorio de danza. 

—¡Lee Borae! Cuando veas bailar a Jimin… ¡Dios! Es que no tengo palabras para expresar lo que produce —Eunji abrió sus ojos de par en par, se metió una papita frita a la boca y, masticando, comentó: —La primera vez que lo vi bailar, casi me enamoro de él y, por dos segundos, de verdad deseé que fuese mi novio. 

Mi amiga rompió en carcajadas tras decir aquello y, como era usual, logró sacarme unas risas de igual manera. Juntas nos encaminamos al patio de la escuela, donde últimamente habíamos estado almorzando. Quedaba poco para salir de clases, sólo dos períodos más y podría ser libre. 

—¿Irás en la tarde a casa? —preguntó Eunji sentándose sobre el pasto—. Estaba pensando que podríamos hacer una maratón de películas de princesas. 

Sonreí emocionada. —Podríamos ver la sirenita. 

Los ojos de mi amiga se abrieron tanto que parecía que se le iban a salir de sus órbitas. 

—¡Dios sí! Amor eterno al príncipe Eric —subió ambos brazos por sobre su cabeza y dibujó un corazón—. Es mi favorito, me recuerda a Jungkook. 

Una sonrisa bobalicona se instaló en su rostro.

—¿Por qué? —pregunté curiosa. De verdad me causaba intriga saber cuál era el parecido que veía Eunji entre su novio y el príncipe. 

—El príncipe Eric ayuda a Ariel cuando está en problemas, no le tiene miedo a Úrsula y se enfrenta a ella con tal de ayudar a su amada —comienza a explicar—, Jungkook hace lo mismo por mí, siempre me ha ayudado a enfrentar a mis enemigos, incluso si son invisibles, internos. Siempre está ahí cuando lo necesito. —un atisbo de tristeza surcó sus ojos, pero rápidamente fue cubierto con picardía—. Además, ambos son tan guapos. 

shy | kim taehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora