Quince.

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La salida del instituto estaba llena de adolescentes corriendo en diversas direcciones, algunas muchachas se arreglaban el cabello frente al espejo de sus casilleros, otras se maquillaban y yo, como siempre, arreglaba mis libros dentro y sacaba lo...

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La salida del instituto estaba llena de adolescentes corriendo en diversas direcciones, algunas muchachas se arreglaban el cabello frente al espejo de sus casilleros, otras se maquillaban y yo, como siempre, arreglaba mis libros dentro y sacaba los cuadernos en los que tenía tarea.

A decir verdad, me estaba demorando lo más que podía a propósito. Sabía que Taehyung vendría por mí puesto que no le había cancelado la salida luego de esa horrible cachetada que recibí por parte de Hyera. Había llegado a una conclusión luego de reflexionar un rato sobre ello en el baño; no estaba lista para ser acosada por niñas con complejo de matonas, sin embargo, tampoco quería alejarme del nuevo grupo de amigos al que Eunji me había incluido. Es decir, por primera vez en la vida tenía algo que me importaba y no estaba dispuesta a perderlo por miedo, porque sí, estaba aterrada de Hyera y su amiga Yangmi, pero más me aterraba volver a estar sola y tener que ver desde lejos algo de lo que pude ser parte.

Cerré mi casillero con el corazón latiendo a mil por hora, había visto que Hyera ya había salido de su salón y caminado hacia la entrada del instituto. Rogaba para que Taehyung, por cosas de la vida, se haya retrasado y no estuviera afuera esperando por mí puesto que si Hyera lo veía, sabría que venía a recogerme.

Colgué mi mochila al hombro y comencé a caminar a paso de tortuga hacia la salida, suspiré un total de tres veces en un recorrido de diez metros. Suspiré una última vez y salí del lugar, inmediatamente mi mirada buscó por todos lados al castaño entre la multitud de jóvenes que iban y venían riendo, haciendo tonterías de adolescentes, pero no lo encontré por ningún lado. Sonreí aliviada pensando que Dios escuchó mis ruegos y sí se retrasó, casi pude cantar victoria de no ser porque unas manos se posaron en mis hombros desde atrás y me atrajeron hacia un cuerpo firme y tibio. La risita que soltó me hizo reconocerlo de inmediato.

—Tardaste mucho, pequeña —murmuró en mi oído haciendo que mi piel se pusiera de gallina cuando sentí su aliento en mi cuello. Sus brazos me aprisionaba contra él y sin poder evitarlo, todos los ojos estaban sobre nosotros, incluidos los de Hyera. Si las miradas mataran, mis padres estarían preparando mi funeral.

Traté de ignorar la horrible sensación de ser el centro de atención y concentrarme en aliviar el calor que acechaba mi rostro, por supuesto que fallé en el intento cuando Taehyung me volteó sin mucho esfuerzo y acercó su rostro peligrosamente al mío. Me puse en extremo nerviosa al sentirlo tan cerca, podía notar como sus ojos recorrían mis facciones y en su rostro se posaba una linda sonrisa, sus manos viajaron hacia mis mejillas y las apretó siendo juguetón. Creí que el corazón me iba a salir del pecho por lo rápido que latía, las manos me sudaban y mi estómago daba ligeros espasmos.

—Hola —musitó sonriente.

—Hola —respondí de igual manera.

—Sonará extraño, pero sentía la necesidad de verte desde la mañana —se sinceró. Su mano derecha descendió hasta mi mano izquierda y la otra acarició mi cabello—. ¿Quieres que lleve tu mochila? Luce pesada.

shy | kim taehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora