Veintidós.

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Las cosas estaban saliendo demasiado perfectas para ser verdad, por eso aquel día que todo se derrumbó radicalmente no me sorprendí, algo malo tenía que pasar, después de todo las acciones perversas traen consecuencias infames

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Las cosas estaban saliendo demasiado perfectas para ser verdad, por eso aquel día que todo se derrumbó radicalmente no me sorprendí, algo malo tenía que pasar, después de todo las acciones perversas traen consecuencias infames.

El día que Eunji decidió enviar el mensaje a todo el salón diciendo que Hyera y Yangmin se habían besado, no fue sino el mismo día que fuimos de picnic, yo pensaba que había esparcido el rumor justo cuando lo estábamos planeando, sin embargo, no cuadraba que al día siguiente todo estuviera tan en calma, además, nadie hablaba sobre aquello.

La mañana del jueves fue lo que dio comienzo a un escarmiento atroz, no por parte mía, sino por parte de las chicas que me acosaban. Aquel día todos hablaban sobre la cruel mentira que Eunji había esparcido, por supuesto, las involucradas estaban más que enteradas sobre el asunto y trataban por todos los medios de hacer saber que era falso, mas nadie les creía y, como es usual en un instituto lleno de adolescentes, los demás seguían añadiendo leña al fuego. Ya no solo eran dos amigas calenturientas que experimentaron con su sexualidad, pasaron a ser dos lesbianas desinhibidas que abusaban de drogas de alto nivel.

Creí que había salido invicta del problema, que jamás se enterarían de que Eunji y yo fuimos quienes dispersamos aquella vil falacia, pero ese pensamiento se quedó en el pasado el viernes a la salida del instituto. La peliceleste desapareció de mi lado por diez minutos, tan solo diez míseros minutos en los que todo acabó de la manera más dolorosa para mí.

Así que allí me encontraba, acorralada contra los casilleros del tercer piso, en el pasillo más alejado y desolado de todo el instituto. Nadie podía socorrerme, no había ni un solo profesor en el área y mucho menos estudiantes, aunque si hubiese alguno, tampoco saltarían a defenderme, en ese lugar cada uno velaba por su propia seguridad.

Había perdido la cuenta acerca de las cachetadas que había recibido por parte de Yangmin, Hyera parloteaba cosas que no comprendía, siendo sincera estaba tan aturdida por los golpes que me costaba procesar sus palabras. Las lagrimas se deslizaban por mis mejillas causando que estas ardieran, había recibido una patada por las cotillas y varias más en las piernas, en un momento me sorprendí estando en posición fetal tratando de proteger mi cabeza de los impactos que ambas propinaban. Apretaba con tanta fuerza los ojos que comenzaba a marearme, el corazón me palpitaba acelerado y estaba sudando helado por el dolor. Bastó un golpe más para hacerme perder la conciencia.

No deben haber pasado muchos minutos, cuando abrí los ojos seguía estando en el instituto, sin embargo, mi cuerpo estaba asegurado en los brazos de una persona más grande y musculosa que yo, escuchaba la voz de Eunji vociferar a todo pulmón seguida del sujeto que me sostenía en sus brazos, mi cabeza estaba literalmente pegada a su cuello por lo que no podía ver su rostro, mas me hacía una pequeña idea de quien podía ser. Quise observar lo que ocurría frente a mí por lo que giré levemente el rostro. Ver a Eunji tan furiosa me dio un poco de temor, amenazaba a mis matonas con un trozo de madera en la mano -bastante grande, parecido a los que usamos en clase de artes para hacer una maqueta- y hacía ademán de pegarles con el mismo.

shy | kim taehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora