shy | kim taehyung

Cuatro pt.2

El auto de Jimin era precioso, un BMW de color negro para cinco personas, mencionó que fue un regalo de sus padres por haber sido aceptado en la academia de danza contemporánea de Busan como uno de los mejores, pero que cuando decidió mudarse a Seúl para seguir con estudios superiores relacionados con danza, sus papás se molestaron con él y querían el auto de vuelta. Cuando nos contó esto, especialmente a mí que era la única que no conocía la historia, se reía divertido, parecía que no le afectaba en lo absoluto que no mantuviese contacto con sus padres.

Me mantuve pensando en qué ocurriría si yo perdiese el contacto con mi familia, éramos sólo tres en casa; mamá, papá y yo, y ambos calificaban como mis mejores amigos antes de conocer a Eunji. Pensé que realmente me dolería perderlos, yo no hubiese sido capaz de salir adelante e ignorar sus opiniones como lo hizo Jimin, no hubiese sido capaz de viajar sola a un lugar que apenas conocía y vivir allí. Jimin, a mi parecer, era muy valiente.

—¿Cuántas veces se ha cambiado Hobi de casa? —cuestionó Eunji a mi lado. Giré a mirarle atenta, a mi también me gustaría saber, solo por curiosidad.

Taehyung volteó el rostro a nosotras desde el asiento del copiloto, se encogió de hombros y dijo que ya había perdido la cuenta, pero que no le molestaba que hiciera fiestas de inauguración cada tanto. Tras eso, el ambiente volvió a ser callado, Eunji texteaba con su teléfono y de vez en cuando comentaba algo sin sentido haciéndonos reír, Taehyung miraba por la ventana y Jimin conducía tranquilo y concentrado. Yo solo estaba allí; existiendo.

Quería hablar sobre algo, quitar la incomodidad del ambiente, pero era demasiado tímida para aquello. Se me ocurrían millones de temas para conversar, incluso cosas tan cliché como el clima, pero cada vez que abría la boca para decir algo, la voz no salía de mi garganta. Se sentía frustrante, en mi mente todo parecía tan fácil, era solo pronunciar un par de palabras y la conversación fluiría como cualquier otra, pero tenía miedo de decir algo incorrecto, algo que pudiese dejarme en vergüenza y que Taehyung, Jimin o incluso Eunji se burlaran de mí, por eso prefería callar.

—¡Estamos llegando! —chilló Eunji a mi lado, hiper emocionada, como siempre.

Desearía poder ser así de efusiva.

—¡Aparca allí, Jimin, aparca allí! —chilló Taehyung, con la misma efusividad de Eunji, apuntando un hueco entre dos motocicletas en medio de la acera.

En menos de lo que canta un gallo, el interior del auto se llenó de chillidos y palabras al azar por parte de Taehyung y Eunji. El primero mencionaba lo emocionado que estaba por conocer la casa de Hoseok y algo acerca de comer pizza y pollo frito. La segunda, que decía cosas sobre Jungkook, bailar, beber soju y probar cigarrillos. Por otro lado, el pobre Jimin también gritaba, trataba de hacerlos callar para poder concentrarse en aparcar correctamente y que no derribase alguna moto por un golpe.

—¡Ya está! —exclamó Jimin con el auto perfectamente estacionado—. Par de gorilas, pueden bajar ahora, ya está.

Eunji tomó mi mano con una sonrisa en el rostro y prácticamente me arrastró con ella fuera del auto, se veía a kilómetros que estaba entusiasmada por la fiesta, yo, en cambio, quería esconderme detrás de cualquier piedra y quedarme allí por el resto de mi vida. ¿En qué maldito momento se me ocurrió hacerle caso a Eunji y ponerme un vestido tan corto y ajustado? Me sentía bajo las miradas fisgonas de todos los presentes. Clásico, llega un hermoso automóvil y todo el mundo se gira para ver quién ha llegado a la fiesta, lo veía siempre en todas las películas.