shy | kim taehyung

Veinte.

En un comienzo, el nombre Kim Taehyung traía a mi cabeza situaciones vergonzosas y sentimientos de incomodidad, detestaba la idea de tener que verlo porque cada vez que estaba a su lado ocurría algo humillante para mí, sin embargo, en aquel instante el nombre del castaño tomaba otro significado en mi vida, siempre tendría una parte de mí, algo que en su momento me perteneció y decidí compartirlo con él; mi primer beso.

No estaba arrepentida en lo absoluto de dárselo, es más, me encantaba la idea de que fuese Taehyung el dueño de una experiencia nueva, una memoria que no sería fácil de olvidar, algo que sin planearlo se volvió a repetir muchas veces esa tarde.

Decir que estaba feliz era poco, la emoción que se concentraba en mi cuerpo era similar a comer un algodón de azúcar. No podía dejar de sonreír tratando de que el castaño no me viera, pero era prácticamente imposible, sus ojos no se alejaban de mí rostro y se carcajeaba cada vez que el calor en mis mejillas incrementaba

—Preciosa, ¿te sientes bien?, tu rostro está muy rojo —comentó sonriendo con picardía. Escondí la cara entre mis manos con vergüenza y escuché como reía divertido a mi lado, sus manos se escabulleron por mi cintura y me atrajeron hacia él haciendo que abandonara la esquina del sofá, cuando me retuvo contra su pecho y sentí su respiración calmada en mi sien, dejé caer mis manos sobre su brazo—. Gracias —murmuró en mi oído.

Giré levemente a verle. —¿Por qué?

—Por darme tu primer beso —sonrió y acarició mi nariz con la suya.

Mi corazón dió un vuelco en mi interior. —¿C-cómo supiste que…

Me interrumpió. —Lo supuse y lo confirmé.

Asentí con la cabeza causando fricción entre nuestras narices, inmediatamente me sentí avergonzada gracias a ello por lo que traté de alejarme unos centímetros de él, sin embargo, no pude hacerlo, me mantenía prisionera entre sus brazos y apenas intuyó mi accionar negó con la cabeza murmurando no te alejes de mí bebé, aquello ocasionó que mis mejillas se tornaran aún más rosadas -si es que era posible, para aquel entonces era seguro que estaba del color de un tomate-.

—Dame otro beso —susurró. Para entonces, sentía que el corazón se me iba a escapar por la garganta, estaba incluso más nerviosa que cuando nos encontrábamos en la entrada—. Solo uno, por favor…

Me avergonzaba decir que sí directamente así que solo miré sus ojos, esperaba que interpretara mi silencio como una afirmación pero al ver que no hacía ademán de aproximarse a mis labios, con toda la pena del mundo asentí levemente con la cabeza. No sé si tal vez esperaba que yo me acercase a él, pero si era así definitivamente no iba a ocurrir, no me atrevía a ser yo quien diera el primer paso, no aún.

—Quiero que seas tú quien me bese, pequeña —aclaró como si leyese mis pensamientos.

—No sé cómo hacerlo —confesé en un murmuro.