Siete.

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Cuando era niña acostumbraba a despertar mucho antes que mis padres, siempre les apresuraba diciendo que llegaríamos tarde, incluso hacía unos berrinches de primera si no salía de casa con, al menos, treinta minutos de anticipación

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Cuando era niña acostumbraba a despertar mucho antes que mis padres, siempre les apresuraba diciendo que llegaríamos tarde, incluso hacía unos berrinches de primera si no salía de casa con, al menos, treinta minutos de anticipación. Con el pasar de los años, las cosas se fueron calmando, ya no me alistaba antes que mis papás, sino que a lo hacía junto con ellos, de igual manera llegábamos a tiempo a donde tuviéramos que asistir, creo que esa fue la principal razón por la que me relajé, ya no me apresuraba, de todas maneras llegaría bien.

Y por eso estoy así, corriendo por mi habitación para alistarme porque Eunji sale en diez minutos de su casa con destino al Instituto. Desperté demasiado tarde, olvidé poner la alarma y mi madre no estaba en casa para despertarme. El domingo por la tarde fue a casa de la abuela para ayudarla en algunas cosas, papá se quedó conmigo lo que significaba que él también estaba retrasado.

—¡Borae! —gritó papá desde la planta baja—. El desayuno está en la mesa, ya me voy.

—¡Gracias! —respondí cepillándome el cabello mientras buscaba mi falda. ¿Por qué pareciera que cuando necesitas algo con urgencia se vuelve invisible?

Sentí que papá arrancó el auto cuando ya iba bajando de dos en dos los escalones de la casa, corrí hacia la cocina en busca de una manzana que metí en la mochila, ese sería mi almuerzo. Cuando mamá no estaba, la sección comida fracasaba por completo. Estoy segura que papá no llevó algo para almorzar.

Subí corriendo al baño para cepillarme los dientes, aún tenía unos pocos minutos antes de que Eunji saliera de su hogar, al diablo el desayuno, ya comería algo más tarde. Luego de mi cepillada flash, me puse los calcetines y volví a la entrada de casa, allí coloqué mis zapatos, cargué mi mochila al hombro y salí disparada al pórtico vecino. Justo cuando iba a tocar el timbre, Eunji salió de su hogar.

—Wao —dije sorprendida.

—¿Te gusta? —sonrió mostrándome su cabello.

La última vez que había visto a Eunji -o sea el sábado por la tarde- su cabello estaba pintado de color rojo, si antes pensaba que ese color era llamativo, en definitiva este estaba a un nivel superior.

Asentí con la cabeza. —Me gusta el celeste.

—Andando, llegaremos tarde. ¡Hoy conduzco! —levantó la llave del auto de su padre en lo alto y dió una vuelta digna de pasarela—. Llegaremos en dos minutos.

Sí, de eso no tenía la mayor duda, a Eunji le emocionaba el acelerador. Solo esperaba no comernos los gritos de algún conductor enojado por alguna mala maniobra de la peliceleste.

—La salida al cine estuvo muy divertida, deberíamos repetirla —comentó Eunji cuando nos sentamos dentro de su automóvil.

shy | kim taehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora