Veintiocho.

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Nota: Me acaba de llegar la iluminación divina. Arreglé los últimos dos capítulos que eliminé de la historia, y luego de dos años y fracción de sequía mental, logré escribir un poco. Seguramente no sea lo mismo que antes, ha pasado un tiempo y estoy un poco oxidada en la escritura, así que me disculpo si es raro de leer.
Aún así, lo hice con mucho amor y espero que les guste.
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Taehyung no me dejó libre en ningún momento, desde que bajamos del auto de Jimin para adentrarnos en el club nocturno donde trabajaba, su mano se entrelazó a la mía y me mantuvo a su lado

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Taehyung no me dejó libre en ningún momento, desde que bajamos del auto de Jimin para adentrarnos en el club nocturno donde trabajaba, su mano se entrelazó a la mía y me mantuvo a su lado.

El lugar era ciertamente encantador, nada parecido a lo que tenía en mente, porque siendo honesta, mi única referencia sobre los bares se basaba en las películas estadounidenses, donde todo lucía de mala muerte. Más que un bar, era un pub, servían un poco de comida, tragos y tenía una pista de baile en medio.

Cuando Jungkook ordenaba la cuarta ronda de botellas de soju, se unieron a nuestro encuentro dos chicos de cabellos castaños, si mal no recuerdo, se trataba de Namjoon y Seokjin, los demás amigos del grupo de Eunji. Ésta última hizo un par de preguntas al chico de los hoyuelos sobre Hoseok, no presté mucha atención al respecto puesto que Jimin estaba empeñado en mostrarme cómo podía beber un chupito de soju sin usar las manos, sin embargo, al final de la conversación lo que oí fue el nombre de Seulgi.

—¿Lo viste, Borae? —interrogó animado (quizá más de lo usual) Jimin cuando dejó el pequeño vaso sobre la mesa—, podría ir a las olimpiadas de bebida.

Asentí con la cabeza mientras reía, acepté gustosa la botella verde que el pelinegro tendía en mi dirección y formulé un alegre gracias. Siendo honesta, aquella bebida alcohólica me gustaba, desde la primera vez que la probé en la fiesta de Hoseok, aquel ardor en mi garganta tras beber se había vuelto incluso placentero. Por supuesto, seguir el consejo que mamá me dio antes de salir de casa estaba en mis planes, tomar con responsabilidad y si me sentía mareada en algún momento, pararía de inmediato.

Cerca de la medianoche, Taehyung subió al escenario. Todos nos pusimos en pie y nos dirigimos a la pista de baile, quedando justo frente a él. Se veía deslumbrante, como uno de esos ídolos de los que tanto hablaba Eunji, ciertamente arrojaba ese aire divino que embelesaba a cualquiera que posara la mirada sobre él. Cuando tomó el micrófono entre sus manos y acercó sus delicados labios a él, me sentí pequeña, y todavía más cuando su voz se coló por mis oídos. Taehyung parecía ser de otra dimensión, alguien completa y únicamente hecho para brillar, estar allí, bajo las luces de aquel bar, era casi un insulto a su talento. Él estaba hecho para grandes escenarios. Su voz me hizo temblar de pies a cabeza, a pesar de no comprender ni una palabra de lo que decía (ya que cantó en inglés), mi corazón bombeó con fuerza en mi pecho porque sus ojos no rompieron en ningún momento el contacto con los míos.

A pesar de que fue la única canción que interpretó, se llevó la ovación de todos los presentes. En el momento en que comenzó a descender del pequeño escenario, me pareció ver a un príncipe bajando las escaleras de su palacio, todo a mi alrededor desapareció, sólo éramos él y yo compartiendo la mirada, en sus orbes se posaba un brillo que no había distinguido antes, como si tuviese un mensaje entre líneas que se supone yo debía ser capaz de descifrar.

shy | kim taehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora