Nueve.

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—Hola, pequeña

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—Hola, pequeña.

Su voz grave acudió a mis oídos, en su rostro se dibujó una sonrisa amigable que me hubiese gustado corresponder, sin embargo, estaba petrificada tratando de dilucidar el motivo de su presencia en mi hogar. Mi padre, lejos de las expectativas del común denominador, no miraba con recelo a Taehyung, más bien le observaba con atención y una gran chispa de alegría. ¿Qué le habría dicho antes de que yo bajase? Por lo que sabía y había visto en las películas, cuando un chico acudía a la casa de una chica, su padre siempre se mostraba desconfiado e incluso molesto, ¿por qué ese no era mi caso?

—¿Por qué no me dijiste que tenías un amigo? —preguntó papá acercándose a Taehyung, le pasó el brazo por la espalda y dejó unas ligeras palmaditas allí—. Es muy simpático.

No sabía qué contestar, me sentía como una computadora colapsada de información, mi cerebro mostraba el típico aviso molesto: El servidor no responde, ¿desea esperar o cerrar el programa?

De verdad quería saber qué hacía él en mi casa, Taehyung no era precisamente mi amigo, ni siquiera un conocido, es decir, con suerte sabía su nombre. Sí, habíamos convivido juntos otras veces, pero no existía un enlace que me relacionara con él más allá de compartir a una amiga.

—Me preguntó si puede salir a tomar un helado contigo —continuó hablando mi padre—, ya ningún muchacho toma en cuenta la decisión de los padres, es muy atento de su parte. Le he dicho que no tenía problema.

Quise abrir la boca para protestar, no quería ir ni a la esquina con Taehyung, todas las veces que hemos estado en el mismo lugar he experimentado las peores vergüenzas de mi vida, no me arriesgaría a vivir un nuevo episodio de bochorno junto a él. No tenía nada en contra del castaño, siempre ha sido muy amable conmigo, Eunji tenía razón, era un buen chico, pero no me apetecía ir por un helado, con mi suerte seguro que terminaría volcándolo sobre él. No gracias, no necesitaba ese tipo de cosas, sería otra humillación que agregar a la lista.

—¿Qué dices, pequeña, te vienes conmigo? —preguntó sonriendo.

—Por supuesto que irá contigo —respondió papá por mí. Estaba muy feliz para ser él, ¿qué le habría pasado?

—L-lo siento —murmuré—, tengo demasiada tarea que hacer —dije balanceando mi cuerpo de adelante hacia atrás con los talones juntos.

Mi padre abrió los ojos como dos platos redondos, parecía ofendido e incluso indignado. —Por dios, Borae. El chico vino hasta casa para invitarte, no puedes decir no —se giró a ver a Taehyung—. Irá contigo, no te preocupes, la tarea la puede hacer mañana.

—Pero papá... —gimotee como niña berrinchuda. Percibí la sonrisa de Taehyung al verme de ese modo.

—No, no se diga más —levantó su mano en lo alto, como un policía de tránsito que no deja avanzar a los autos—. Sunni y yo cambiaremos los muebles de lugar y no necesitamos que estés en casa —dijo como excusa. ¿Desde cuándo él y mamá cambiaban los muebles?

shy | kim taehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora