shy | kim taehyung

Seis.

Desperté cerca de las nueve de la mañana, me dolía la cabeza y tenía muchísima sed. Mamá me había traído un vaso con jugo de naranja para animarme, según ella, la naranja hacía las mañanas más brillantes. Lo bebí completo de un trago. No recuerdo mucho acerca de mi llegada a casa, sé que Taehyung me trajo a las dos de la mañana y mamá abrió la puerta, luego todo en mi memoria es negro.

Me levanté con pereza de la cama, había estado mirando el techo por varios minutos, ni siquiera quería pensar en esa estúpida fiesta, ya lo había decidido, jamás volvería a ir a una. Lo pasé terrible, las bebidas sabían asquerosas, no había nada que no tuviera alcohol, los pies me mataban de dolor, el vestido que me prestó Eunji no me cubría lo necesario y, para rematar, Taehyung había visto mi trasero. ¡Oh! Y el maldito lunar que tengo allí.

—Mamá... —lloriquee en la soledad de mi habitación—. ¿Por qué no me traga la tierra?

Giré el rostro cuando mi celular vibró sobre la mesita de noche. Tenía un mensaje de Eunji.

Eunji.
En línea.

¿Qué tal tu primera resaca?😊
09:24

Me siento horrible😢
09:25

Es normal, bebiste mucho para
ser la primera vez😓
09:25

¿Quieres salir conmigo y los
chicos hoy? Vamos al cine🙆
09:26

Le dije a Eunji que me lo pensaría, quizá más tarde le contestaba. Me moría de vergüenza de solo pensar en tener que mirar a Taehyung a los ojos. Además, me sentía fatal. Lo único que quería hacer era estar recostada en mi cama todo el día, quizá ver alguna película en Netflix y comer galletas.

—Borae, cariño, vamos a desayunar —dijo mamá entrando a mi cuarto por segunda vez en la mañana.

Asentí con la cabeza -sentí como el mundo daba vueltas- y me paré de la cama con lentitud. Me dirigí al baño y lave mi rostro con agua helada. No me molesté en analizar mis ojeras y mi cabello desordenado, ya estaba acostumbrada a ello. Bajé las escaleras con calma y me senté al lado de mi mamá. Papá aún no volvía de su viaje y solo estábamos las dos.

—¿Qué tal tu primera fiesta?

Tomé una tostada encogiendome de hombros, no le diría a mamá que estuvo asquerosamente fatal. Tampoco mencionaría que un chico me vio en bragas y mucho menos que me emborraché con una botella de cerveza barata y una botella completita de soju.

—B-bien, me divertí m-mucho —Tartamudee. Maldición, yo y mis nervios al mentir. Definitivamente no es lo mío.

—Me alegro mucho —sonrió—. ¿Por qué anoche llegaste ebria? —cuestionó seria.

Jamás había visto esa expresión en el rostro de mi mamá; su ceño no estaba fruncido pero no existía rastro de la sonrisa que siempre pone. Pensé que quizá estaba enfadada o algo por el estilo, mi corazón comenzó a latir más rápido y mi capacidad de ordenar coherentemente las ideas en mi cabeza se fue por un caño. ¿Qué debía contestarle?