Treinta.

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La calidez que sentí cuando Taehyung me envió mensajes para invitarme a cenar a su casa se había esfumado por completo

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La calidez que sentí cuando Taehyung me envió mensajes para invitarme a cenar a su casa se había esfumado por completo. Lejos de sentirme cómoda, me hallaba fuera de la casa del castaño con las manos sudorosas y el corazón latiendo desbocado en mi garganta, sin poder bajar del auto. Mi novio trataba de tranquilizarme y decirme que todo iba a estar bien, pero mi nerviosismo no escuchaba razones lógicas. Lo único que se repetía en mi cabeza era que algo malo iba a ocurrir, seguro pasaría alguna vergüenza o incluso peor, haría algo que moleste a los padres de Taehyung y me odiarían de por vida.

—Pequeña —murmuró el dueño de mis suspiros, a mi lado—. No podemos quedarnos sentados aquí toda la noche. 

Giré a verle con expresión de cordero degollado —porque así me sentía, como un animal de camino al matadero— y tan solo pude boquear, ninguna palabra salió de mi interior. ¿Por qué demonios mi cerebro no estaba conectado con mi boca? Borae, ¡reacciona!

Los ojos de Taehyung escanearon mi rostro y sonrió enternecido. Acto seguido, su diestra acarició mi mejilla. —¿Quieres que te vaya a dejar a casa? Puedo decirle a mis padres que te has enfermado. 

Mis oídos parecieron escuchar un canto angelical ante tal propuesta, pero ¿era eso una buena idea?, ¿huir cómo una cobarde sin siquiera intentarlo? Es decir, era una salida fácil y parte de mí estaba más que feliz por gritar a los cuatro vientos sí, sí y sí. Necesitaba que alguien me sacara de ese lugar de inmediato porque mi frágil corazón no iba a soportar latir tan deprisa durante toda la cena. Mi instinto decía que huyera y de ser posible esconderme debajo de una roca hasta el fin de los tiempos. Borae pesimista estaba haciendo estragos en mi interior y, si bien era muy sencillo atribuir la tendencia de mis pensamientos a pasar todo el día con Eunji —que estuvo parloteando acerca de lo importante que era este día, el gran paso que estábamos dando Taehyung y yo en nuestra relación, qué van a pensar sus padres, y blablabla—, la verdad era que toda la culpa era mía y de nadie más. Estuve luchando con todas mis fuerzas por pensar positivo, pero mi naturaleza me jugó una mala pasada y me sentía frustrada por no poder controlarlo. 

Sin embargo, por mucho que me gustase la idea que propuso Taehyung, no podía hacerle eso. El castaño ya conocía a mis padres, me parecía injusto que si mi novio tuvo que pasar por una situación similar, yo no hiciera lo mismo por él. Porque ese era el verdadero motivo por el cual había accedido. Para Taehyung era importante y quería hacerlo feliz, verlo sonreír y saber que mis acciones habían sido el motivo de ello. Por él estaba dispuesta a tragarme el pánico y mucho más. 

—No, Tae —negué con la cabeza, tomando la mano que acariciaba mi rostro y entrelazando nuestros dedos—. Puedo hacerlo. 

El castaño asintió y me dedicó una pequeña sonrisa, antes de deslizar su cuerpo hacia el mío y unir nuestros labios en un casto beso. Cuando se separó de mí, aprovechó de desabrochar mi cinturón de seguridad y se bajó del carro. Durante el transcurso que Taehyung caminó hasta el lado del copiloto y abrió mi puerta, llené de aire mis pulmones y conté hasta tres antes de soltarlo todo, con la esperanza de que se llevase mis preocupaciones a su paso. Todo va a estar bien, Borae, es sólo una cena, nada malo va a ocurrir. Obviamente, repetir aquellas palabras en mi cerebro como un robot no surgía efecto alguno en mi cuerpo, pero valía el esfuerzo intentar.

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⏰ Última actualización: May 16, 2021 ⏰

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shy | kim taehyungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora