TOUCH THE SKY ─ jinsu

𝗼𝗻𝗲 | primer encuentro

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LA CASA DE HUÉSPEDES blanca de dos pisos estaba escondida en las montañas, a cinco horas al sureste de la ciudad y a una hora y media de la urbe de suministros más cercana.

El viaje desde la estación de tren en el maltrecho vagón había dejado a SeokJin cansado y adolorido por todas partes. Después de pagarle al carretero, un beta con una barba parda y canosa y muchos dientes perdidos, SeokJin lo envió lejos, eligiendo manejar él mismo sus dos maletas de tamaño mediano. Detrás de él, el sol de la tarde se ponía en una cresta de las montañas, encendiendo un fuego en las ventanas de la casa y reflejando el resplandor naranja del cielo.

Miró el lugar que había elegido para ser su hogar durante el próximo año. La empinada y angulada línea del techo sobre el segundo piso y las brillantes ventanas limpias debajo del alero indicaban un espacio bien cuidado en el ático. El camino de piedra que conducía al porche y al costado de la casa fue cuidado y desmalezado meticulosamente. Por como se veía, la casa parecía haber sido pintada recientemente, en algún momento de los últimos años. Todo esto era una clara evidencia de que la casa de huéspedes era propiedad de un hombre orgulloso y decente.

También era evidencia de que este nuevo hogar no compartía los lujos de ninguno de los numerosos apartamentos y mansiones en los que SeokJin había vivido durante toda su vida.

No tenía dudas de que, con el tiempo, estas nuevas circunstancias pondrían a prueba su determinación de ser independiente. Sin embargo, no había nada que pudiera encontrar como una queja real. Este era el tipo de lugar que muchos hombres con menos derechos encontrarían bastante agradable, y hasta grandioso. Solo los muy malcriados —como él, alguna vez— levantarían la nariz ante la humildad del lugar.

SeokJin levantó su equipaje y se dirigió hasta la parte inferior de los escalones que conducían a un amplio porche envolvente. Allí se detuvo, asimilando todo de nuevo, buscando fallas en el interior, casi esperando encontrarlas fácilmente; sin embargo, no descubrió nada por el estilo.

Después de pasar demasiado de su vida con la fortuna de su tío, Kim DoJun, SeokJin había decidido crear su propio camino, para bien o para mal. Incluso frente a una casa de tablillas con poco más que agua corriente y limpieza aparente, se mantuvo decidido. Era tanto una cuestión de orgullo como parte de su intento de mejorarse a sí mismo como persona.

Ten cuidado, se advirtió con severidad mientras miraba las persianas azules y la sólida línea del techo. No debería descartar el experimento como un fracaso antes de que realmente comenzara. No importaba que su primo HoSeok pareciera pensar que su reforma personal estaba condenada al fracaso. Era suficiente con tener las palabras de aliento de su primer y real amor a las que aferrarse, incluso si había perdido al hermoso omega.

SeokJin suspiró cuando una tristeza familiar se apoderó de su corazón. Había cometido demasiados errores en su pasado, errores de vanidad, egoísmo y arrogancia, pero lastimar a TaeHyung fue el peor de ellos. Había decepcionado al hombre brillante y guapo, y todo por su ego y su enfoque egoísta en sus deseos más bajos.

SeokJin sacudió esos pensamientos. TaeHyung era feliz ahora. Había pasado por muchos infortunios durante su vida, pero finalmente había encontrado la felicidad en ella. Por su parte, SeokJin había aceptado desde años atrás que había perdido cualquier oportunidad con TaeHyung y esperaba encontrar una forma de abrazar la vida y la alegría al igual que él. Con suerte, este nuevo camino lo ayudaría. Dios Lobo sabía que sus viejas formas de afrontar la vida no le habían traído esas virtudes.

Al subir los cuatro escalones hasta el porche de madera, dejó caer una de sus maletas para presionar el timbre. Mientras esperaba, sentó la otra maleta hacia abajo para pasar las manos sobre su cabello castaño, elegante y un poco más largo de como acostumbraba a llevarlo. Luego comprobó su ropa. Su traje de viaje hecho a medida estaba un poco polvoriento y arrugado y no le quedaba tan bien como antes de su último ataque de neumonía. Sacudió la tierra de la parte inferior de sus pantalones y tiró del dobladillo de su saco, intentando quedar un poco más agradable.