𝗲𝗶𝗴𝗵𝘁 | los kang (pt. 1)

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—Nunca quise lastimarte —dijo TaeKwan, suavemente, extendiendo su mano grande y fuerte para acariciar la cara de YoonGi con dulzura, pero luego apretó su garganta, fuertemente, haciéndole soltar un jadeo—, pero lo haces tan difícil...


YOONGI SE DESPERTÓ de golpe, su corazón latía con fuerza y las mantas se encontraban en el suelo. Al menos se había despertado antes de que la pesadilla llegara a su conclusión habitual. Se llevó una mano al estómago y sintió la rigidez allí. Él cerró los ojos con fuerza. ¿Qué tipo de persona estaba creciendo ahí dentro?, ¿otro monstruo?

YoonGi se puso de pie y corrió hacia el baño, vomitando por primera vez desde su última visita a la prisión. Se lavó la cara en el lavabo y luego volvió a meterse en la cama. Los mañaneros rayos del sol entraban descuidadamente por la ventana, como si no les importara en absoluto lo que tocaran o cómo se sentiría lo que sea que estuviese bajo su calor.

Habían pasado tres días desde que trató de abortar al niño y aún no había salido de su habitación, no porque no fuera capaz, sino porque estaba avergonzado. Papá le traía comida y agua, cuidaba a Kiwi y le leía libros en voz alta por la noche, poemas usualmente, nada que requiriera demasiada atención.

SeokJin, por su parte, continuó con sus deberes y su vida como si nada malo hubiera sucedido. No es que no revisara a YoonGi a menudo, porque lo hacía, tres veces al día: una vez por la mañana, otra vez cuando regresaba de su trabajo por la tarde y una vez más antes de acostarse. Sin embargo, durante esos días, no hubo mucha conversación entre ellos y sus interacciones fueron superficiales y netamente profesionales. YoonGi no sabía qué pensar, pero tenía la impresión de que el problema no era que a SeokJin no le importara él o su situación, sino que, al contrario, le importaba demasiado y que tenía preguntas que quería hacerle a YoonGi, pero tal vez sentía que no eran apropiadas.

YoonGi yacía en la cama, preguntándose por qué SeokJin aún no había acudido a él esta mañana. El sol ya estaba muy arriba en el cielo. Normalmente, SeokJin llegaba justo después del amanecer. A YoonGi le gustaba la forma en que SeokJin olía por la mañana: recién lavado, era una mezcla de madera y cítrico, con una buena base de aroma a pino. YoonGi se preguntaba si usaba jabón o shampoo con aroma a pino, o si, simplemente, ese era su propio aroma. Quería saber la respuesta, aunque era una pregunta peligrosa incluso de albergar.

Tampoco le importaba el olor de SeokJin por la tarde. El sudor y el calor del día irradiaban de su piel y ropa, y YoonGi podía imaginar que ese era el cansancio ganado por sus arduas horas de trabajo que se desvanecía en ese olor, como una nota agria para todos esos magníficos cítricos y pinos.

Y por la noche... Oh, por la noche SeokJin olía a lago: húmedo y verde. Nadaba todas las noches después de la cena; Papá lo había mencionado casualmente, pero YoonGi no había necesitado que se lo dijeran. La forma en que el agua del lago alteraba su aroma era más que notoria. YoonGi había tenido la tentación de salir de su cama, sentarse en el alféizar de su ventana y usar sus binoculares para espiar a SeokJin nuevamente, pero no lo hizo.

Dejando sus pensamientos de lado, YoonGi notó que alguien tocaba suavemente su puerta. Se dio la vuelta, ansioso y curioso por saber por qué SeokJin había ido a revisarlo tan tarde; sin embargo, solo encontró a Papá parado allí, esperando que YoonGi lo saludara. YoonGi le hizo señas para que entrara a su habitación, tratando de disimular que estaba decepcionado como una piedra.

—SeokJin se fue antes del amanecer para comenzar su trabajo con NamJoon —dijo Papá, como si pudiera leer la mente de YoonGi—. Él cree que has pasado cualquier peligro ahora, pero, aun así, me indicó que te revisara esta mañana en busca de fiebre, calambres u otros dolores inusuales —Papá suspiró, con los ojos cansados fijos en YoonGi y con el mismo dolor que habían tenido durante días.

TOUCH THE SKY ─ jinsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora