XXVI - Rojo en frascos

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¿Hacer comida ahora va a revivir a Sol? Por supuesto que no. Pero tú siempre estás vacío por dentro. Incluso ahora siendo la una de la madrugada, con la ropa ensangrentada, en el peor de los escenarios, tienes ganas de comer.

—No sirves.

Sé que tu comentario va hacia mí, pero para tu buena suerte quien se lo toma a pecho es Rafael. No sé cómo le haces, pero cada minuto que pasas en la misma habitación con el vecino asesino, alimentas arduamente el odio que te tiene. Y eso que solo has pasado pocas horas con esa cosa, la mayoría de ellas en silencio.

Ahora mismo se le ven en la cara las ganas de golpearte con el tazón de mantequilla que no logra batir. (Lleva más de siete minutos sin progreso). Quiere eso, no lo de batir, sino lo de golpearte; eso o meterte al horno junto al pay. No sé distinguir cuál desea más. ¿Ambas? Tal vez primero te quiere pegar y luego quiere ponerte en el fuego.

—Está demasiado fría, no puedo batirla así —reclama Rafael con frustración.

Es curioso. Mi desprecio hacia él también se va incrementando conforme más palabras salen de sus labios. No sé si sea el tono de su voz. Solo tengo ganas de que le pegues. Sin embargo, ¿cuántas veces me has hecho caso desde que reviviste?

Tal vez en tu vida pasada, la de cuando estabas más vivo que muerto, eras igual de irracional. No me resulta tan alejada la escena tuya cocinando a medianoche en medio de una tragedia.

Le arrebatas el tazón a Rafael y te pones a batir. Lo que deberías de estar haciendo es buscar los escarabajos de las brujas. Sí, los escarabajos, esos que según Hannah dan vida a las cosas que tienen cerca. Quizá si los encuentras y se los das a Sol pueda volver con nosotros.

No te has dado por vencido, ¿verdad? No puedes hacerlo. Piénsalo bien. Su brazo tiene algo que la ayuda. Y eso es lo que más me preocupa porque no se está moviendo el monstruo que tiene ahí dentro Sol. Cada vez que se mochaba algo del cuerpo, esa cosa empezaba a temblar como si una nueva cabeza fuera a surgir de ahí. Lo más seguro es que esté relacionado con su poder de... ¿Regeneración? Tal vez si intentas meterle toques despierte y haga su trabajo la mancha.

Pero no, a ti te ocupa más estar aquí con el traga nubes jugando a la comidita.

¿Crees que realmente esté muerta?

—¿Por qué te tatuaste todo un brazo de azul?

Frunces el ceño y volteas a ver tu brazo. Es de las pocas veces que alguien te pregunta por ese tatuaje. La mayoría de las personas pasan de largo tu brazo azul porque se interesan más en el derecho, en el que tienes pintada la cabeza decapitada. 

Queti.

—¿Eh?

—Que te importa.

—Cabrón, fui a comprar los ingredientes a media noche mientras estaban haciendo arrancones frente al supermercado, estaban jugando a atropellar personas. Algo de gratitud no me vendría nada mal. ¿Sabes? Bien podría haberte dejado allá afuera y...

Bla. Bla. Bla.

Solo sabe quejarse. ¿Por qué no le pegas para que se calle ya? Está hablando de cómo sacrificó sus monedas pulidas para pagar porque en la tienda no tenían cambio... Quizá es la constante muerte de la ciudad, o que realmente sabe cómo traer de vuelta a nuestro pato, pero la indiferencia de Rafael me provoca querer cortarle la cabeza. Sí, Sol lo amenazó un par de veces, nadie lo quiere y ya sabíamos que era la peor opción para pedir ayuda. Pero debería importarle importarle algo más aparte de sus sábanas y sus monedas feas.

Cuando bajaste corriendo para intentar abrir la puerta, parecía como si le fuera a explotar la cabeza. Eso fue gracioso. Tuvo que salir a comprar los ingredientes de nuevo, porque ir a la casa de Sol ahora por las latas que se quedaron tumbadas en la puerta no habría sido una idea inteligente. Aunque es una pena que se quede la comida sola en el suelo. 

Ni tan vivo, ni tan muerto | #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora