—¡Merde!
No creo que haya sido buena idea que Sol dejara a cargo al francesito de ti. Es decir, míralo, no puede dejar de temblar, aunque bueno, es la cuarta taza de café que se toma en el transcurso de una hora.
—¡Cuatro días! —Acerca una taza hacia ti y deja caer un par de gotas sobre tus pantalones—. Cuatro días y todavía no se digna a hablarme, y cuando lo hace, es para decirme que te cuide. ¿Qué le pasa? Ya le pedí perdón, ya le cociné lasagna, incluso me ofrecí a lavar sus platos por una semana entera. ¡¿Qué más quiere que haga?!
¿Te acuerdas que hace un par de días Juan Lobos fue a buscar los locales de tatuajes en el centro de la ciudad? Pues bueno, no lo hizo. Al final se le atravesó un puesto de helados que tenía una larga fila de personas por la inauguración. Al parecer no era un puesto cualquiera de helados, era un puesto de helados con panes en forma de pescado.
Y gracias a los panes en forma de pescado, te llenaste de la sangre de un extraño y el vecino psicópata traga estrellas casi te regresa con los muertos.
—Es más, tú eres el que debería de estar enojado conmigo. No ella. A ella ya le traje un helado de piñones y estoy seguro de que lo tiró a la basura. ¿Lo tiró? Definitivamente lo tiró, esa mujer es tan orgullosa que estoy seguro de que lo aventó a las vías del tren con todo y mi tupper.
—Ajá.
Rob, te vas a ir al infierno por mentiroso.
Tú abriste la puerta para pasar el helado que venía en el contenedor de plástico, y viste a Sol diafrutándolo mientras tú comías plantas.
—Je le saivais. —Creo que les está diciendo salvajes—. Bebe con confianza, Rob. No te limites, no lo hice tan cargado para ti. Sol dice que te sigues levantando por las noches a ver el espejo. Es curioso porque ella también tiene problemas para dormir desde que llegó acá con Maximino. Se levantaba y hablaba por el teléfono a personas desconocidas, a veces aventaba piedras hacia mi ventana y se ponía a platicar conmigo de cosas bien raras.
»Hubo una vez que empezó a hablar de una bruja y bebés con tres ojos. Otras veces no dejaba de hablar de que soñaba que se le caía la cabeza, pero podía seguir hablando. Lázaro, cómo le gustaba repetir el nombre de un tal Lázaro. Aunque la mayoría de las veces Sol solo sueña con tierras.
—¿Tierras?
—Sí, dice que usualmente camina por unas tierras húmedas y ya. ¿Y tú, Rob? ¿Tú qué sueñas? ¿Cosas igual de raras que las de Sol?
Te alzas de hombros y acercas la taza a tus labios. De seguro ni sueñas.
—Seguro que sí lo haces. —¿Me acaba de leer el pensamiento?— Yo casi nunca me acuerdo de lo que sueño. La verdad siento que es mejor así, porque cuando me acuerdo, traigo un humor de perros y todo me pone de mal humor. Me pone de mal humor el sol, la gente, los zapatos, las hojas amarillas. Las verdes no tanto. ¡Ah, pero las amarillas las odio! No sé si es porque crujen o porque...
Ya cambió a modo francés. El tren pasa rugiendo y se lleva las palabras del joven hermoso. La casa es muy parecida a la de Rafael. Con la diferencia de que esta tiene fotografías en vez de pájaros muertos.
¿Crees que sea sano que tome tanto café? Quizá deberías detenerlo, Rob. Tírale la taza. O bien, antes de que empiece a convulsionar, podríamos saltarnos la barda y regresar a la casa de Sol. Al menos ahí podrías esculcar tranquilo los cajones.
—Y Sol. —Se lleva las manos a la cabeza y estira su cabello—. Sol me pone de muy mal humor cuando me acuerdo de lo que sueño. Y tiene mucho sentido aunque no lo creas. No se te vaya a ocurrir decirle, pero ella aparece en esos sueños raros siempre. Por cierto, ¿no me pidió que te ayudara en algo? ¿Qué dijo? ¿Algo del brazo?
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Ni tan vivo, ni tan muerto | #PGP2024
Humor¡No te alarmes, pero estás desnudo y muerto! Bueno, muerto, muerto, no lo estás del todo... Galintia es una ciudad perdida en la violencia y la sangre. Entre los cuerpos que rebosan las calles, Sol encuentra a Rob y decide llevarlo a su hogar e inte...