XV - ¡Fiesta!

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Sácalo, ladrón. Sácalo todo. 

Y no hagas como si no me entendieras que sabes bien de lo que estoy hablando. No se te puede dejar ni un segundo porque te robas lo primero que encuentres. ¿Cuándo demonios vas a necesitar un pulpo seco? Mira, yo no sé nada. Si empiezan a volar cosas en el cuarto y de repente Sol levita encima de la cama, será tu culpa. Tú te encargas de encontrar un cura para hacer el exorcismo.

Ya sabía yo que estabas medio sospechoso mientras llenabas el crucigrama del periódico, desde que en la horizontal número dos, la de: "Estar siempre con las moscas. Absorto." Contestaste «yo». Se notaba que algo traías escondido.

La culpa la tienen esos pantalones de bolsas gigantescas. Bien podría caber un dinosaurio ahí. Te los voy a coser para que dejes de embolsarte cosas. A ver, traes flores secas, siete huevos de codorniz, papeles con letras extrañas que por ningún motivo voy a ponerme a leer, el pulpo seco, el llaverito sin el árbol (con tus babas secas) y un par de velas delgadas de color azul. ¿A qué hora estiraste la mano para todo esto?

No, ni los mires que no te van a defender. No creo que se despierten esos dos. Ya pasa de las once y Sol estaba bastante cansada cuando llegamos de vuelta al cuartito del hotel. Y el traga nubes, pues ese parece más muerto que tú así que no creo que ni un terremoto lo logre levantar. 

Lo notas, ¿verdad? Y no me refiero a las caras extrañas que está haciendo Sol. Te estás dando cuenta de que eres como un amuleto de mala suerte para ella. Entre balazos, machetes y atropellados... Lo bueno es que Sol es como la hierba mala, nunca muere. O eso espero. 

Me agrada ella. No me gustaría que le pasara algo malo. Debería dejar por la paz lo de Maximino y también debería de parar con eso de mutilarse para hacer experimentos. ¿Qué sigue? ¿Sacarse un ojo? Eso está... ¿Le crecerá de nuevo un ojo si se lo saca?

—Sí se alcanza a escuchar el cascabel de cinta morada en el espacio si tocan el disco dorado.

¿Por qué no puede ser normal y no ser sonámbula? Eso es, empújala de vuelta a la cama antes de que comience a hablar de otras cosas más raras. Ah, no. Ya se tumbó en el suelo. Ni modo, arrástrala de vuelta. 

—No sé si voy a encontrarte —susurra Sol en el suelo—. No soy buena buscando.

Dile que no hay problema. Además, ¿tú crees que te iban a querer encontrar? Si estás todo menso y aguado. 

¿Rob?

Regresa acá, cara de pedo extraño. Salirse por la ventana mientras nuestra amiga sonámbula nos está hablando no es correcto. ¿A dónde crees que vas? No puedes irte así, menos a esta hora. Solo vas a encontrar problemas. Los seis agujeros que tienes en el pecho son suficientes, no necesitas más.

Eres demasiado sentido para ser un muerto. No deberías de enojarte si ella no puede encontrarte. Tú tienes la culpa por estar de imprudente. ¿Apoco también fue su culpa que te murieras? ¿Apoco fue su culpa que quisieras irte a... 

—Hola.

No te muevas. No respires. Es más, ni le pienses. Sé que parece un niño inofensivo, pero si hay algo que nos enseñan las películas de terror, Rob, es que contestarle a una de esas cosas enanas que deambulan por las noches trae problemas. Haz como si no lo hubieras visto y regresemos con Vaquita antes de que se coma el cabello de Sol.

—Hola.

Gracias, Rob. Eres grande.

—Me gustan tus lentes. ¿Cómo te llamas?

¿Qué te importa, mocoso? Ahora sí, ya vámonos. A Sol le va a dar un infarto cuando se dé cuenta de que no estás en la habitación cuidando al chivito. Además, Rafael ya consiguió lugares para regresar a Galintia y mañana nos vamos temprano. Te puedes perder y yo no quiero quedarme en este pueblito extraño.

Ni tan vivo, ni tan muerto | #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora