XXI - Ex = {(k*x)/[(x^2+a^2)^(3/2)]}*Q

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Soy como un cubo aguado de voz que flota entre el aire. Un cubo que a veces roza la tierra y, que a veces, se llena de tierra, o, en el mejor caso, de flores.

—¿Tripitas?

Una buena gelatina.

—A decir verdad, Rob, creo que me he perdido.

No cualquier gelatina, eso queda claro. ¿Cómo podría ser cualquier gelatina? No. Eso no debe ser. No soy mediocre.

—¿Pero vamos por tripitas?

—Eso estoy intentando, Rob.

Soy la mejor gelatina de todas. Por supuesto, también la de mejor sabor y la de mejor consistencia: Ni muy aguada, ni muy dura. Una gelatina estéticamente perfecta.

—Dos veces.

—¿Dos veces de qué?

—Estoy intentando, Ruub.

Gelatina, pero no solo eso. Soy una gelatina de un excelente sabor. Como esa de mosaico con cuadritos de otras gelatinas dentro de un fondo blanco. Esa me gusta porque es una gelatina compleja. Y yo quiero ser una gelatina compleja. No. No, yo soy una gelatina compleja. Yo soy una gelatina.

—¿Tripitas?

¡Por el amor de los dioses que nunca me hacen caso, Rob! ¿No puedes aguantarte poquito y dejar de molestar un momento? Nos levantaste a todos a las cinco de la mañana preguntando por las dichosas tripas cada minuto. No te conformaste con un «después vamos por ellos», no, tú golpeaste la puerta y anduviste en círculos como si te hubiera poseído algo del inframundo hasta que te hicieron caso.

—¿Entonces ya me puedo regresar a la casa?

Dile a Rafael que se calle, que a él no le estoy hablando.

—No, porque debemos de estar cerca —exclama Sol mirando los anuncios de los comercios que de poco a poco van abriendo—. Estaba por aquí y las tiendas no se teletransportan de un momento a otro.

—¿Estás segura de que estaban al lado de los que venden estatuas de la santa muerte? —pregunta Rafael consternado.

¿No vas a avanzar ahora o qué? Ya te paraste en la otra tienda de chucherías chinas a comprar pasadores para el cabello de todos los colores posibles (de ahí la razón que tengas un arcoíris en la cabeza), hilos negros para coser y un par de agujas.

También te paraste en la tienda de conveniencia a preguntarle al cajero si no hacía depósitos al más allá, muy de a fuerzas te cobró las donitas espolvoreadas porque lo dejaste espantado. Le dijiste que no te llevabas los nachos con queso porque era "canibalismo".

—¿Rob?

—Mentirosa.

Ya, por favor.

—¡Está por aquí!

—La señora basura no miente.

Abrazar al bote no ayudará. No creo que vayas a encontrar nada interesante ahí. Nada aparte de sobras de comida de posiblemente hace varios días. ¿Y sabes qué le pasa a los cuerpos cuando comen cosas que no deberían?

—Miren yo no sé —interviene Rafael—, pero dejé a Vaquita adentro de la casa. Si se come los muebles que recién compré, les juro que la voy a ofrecer como sacrificio.

Sí, sí, como diga el sujeto. Ya deja de estar metiendo la mano ahí.

—¿Rob, estás enojado conmigo porque perdí el teléfono de Sam?

Ni tan vivo, ni tan muerto | #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora