¡3!

877 65 11
                                    

Tres Lupin, la misma frase.

Nymphadora:

-¿Qué hay, Sirius? -dijo Tonks entrando a la cocina.
-¡Sobrina! ¿qué sorpresa? -Sirius bajaba el periódico que leía-, hoy no hay junta, no te esperaba.
-Estaba cerca y decidí pasar a verlos, a verte, ¿cómo estás?

Claramente Tonks estaba ahí buscando a alguien más.

-Tonks, si planeas verlo será mejor que vengas en otro momento, la luna es pasado mañana y la legislación de los hombres lobo salió en el periódico de hoy, no es un buen momento.
-¡Estupida cara de sapo! Tengo que verlo, después de eso me iré.
-Que conste en el acta que te advertí. Está en su cuarto.

Tonks le dió un beso a su apuesto tío y subió hasta la habitación de Remus.

-Hola, ¿puedo pasar? -dijo Tonks desde el umbral de la puerta.
-Tienes medio cuerpo adentro de mi habitación, ¿cuál es el punto de preguntar? Pero si te interesa mi opinión, te pido que te vayas.

Definitivamente Remus no estaba de humor.

-Me interesa tu opinión, pero no la respeto -Tonks paso y se sentó en la silla que tenía el escritorio.
-¿Qué necesitas?
-Verte reír.
-No es el momento, no quiero ser grosero, vete.
-No me iré hasta que sonrías, Remus.
-No tengo motivos para hacerlo, Tonks. No hoy.
-Claro que lo tienes, ¿yo no soy motivo suficiente?

Remus se quedó en silencio, Tonks era motivo suficiente para invadir un país.

-¿Por qué eres así conmigo?
-Porque eres mi amigo y lo que digan un par de idiotas y una mujer con cara de sapo, no es tu verdadero tú.

Las palabras de la joven fueron directamente al corazón del licántropo y por primera vez en el día, una sonrisa se dibujo en su rostro.

Remus:

Sirius había muerto, Alastor y Kingsley estaban heridos, todo iba mal, Tonks por primera vez no tenía ganas ni de cambiar su tono de cabello.
Todo la hacía sentir abrumada y solo quería cerrar los ojos para descansar de lo que pasaba alrededor.

Después de cinco días en el hospital la camilla se había vuelto más suave o simplemente se había acostumbrado. Abrió los ojos y habían dos personas en la habitación con ella.

Una enfermera y Remus Lupin.

-Solo vengo a cambiarte esto, no más piquetes -dijo la enfermera-, y por favor, dile que se vaya.
-¿Disculpe?
-Dile que se vaya, a estado aquí más tiempo que nadie, luce tan cansado y pálido, sino descansa pronto estará en una de estas camillas.

La enfermera salió y Tonks miro por un momento al hombre en la silla. Pálido y cansado quedaban realmente cortos, la sábana blanca tenía más color que él, había bolsas y ojeras, seguramente había llorado...
El abrió los ojos, y una sonrisa de alivio cruzó su rostro.

-Estas despierta.
-Lo estoy -dijo con desgana. Verlo era maravilloso, pero no tenía la fuerza para sonreír.
-Todos estarán felices de saber que despertaste.
-Tienes que irte...
-¿Tú quieres que me vaya?
-No, bueno, no, no, es solo que te ves muy cansado y no quiero a alguien más en el hospital.
-No importo yo, quiero estar aquí por si necesitas algo.
-Y yo quiero que te vayas a descansar.
-Me voy, pero con una condición.
-Me estoy tomando mis pociones, saben a rayos, pero lo estoy haciendo...
-No, quiero que sonrías para mí.
-Remus, no tengo ánimos.
-De acuerdo, no me iré hasta que sonrías y como no tienes ánimos, me quedaré.

Remus se acomodo nuevamente en su silla y doblo las piernas, Tonks quería que se fuera, no porque no lo quisiera, sino porque él debía descansar.

-Bueno, has algo para que sonría, ¿o piensas que lo haré solo porque sí?
-¿Qué quieres que haga?
-Dame un beso y cuéntame un chiste.

Remus se paró de su asiento y le dió un beso suave en la mejilla, eso había animado a Tonks, pero no lo suficiente para reír.

-De acuerdo, llega una persona al doctor muy espantado y le dice: doctor, doctor, tengo el cuerpo cubierto de pelo, ¿qué parezco? -Remus ya estaba sonriendo para este punto-, y el doctor le contesta, padece un osito.

Remus se partió de risa y Tonks hizo lo mismo.

-Es el chiste más tonto que nunca había escuchado, Lupin. Esperaba más de ti -dijo aún sonriendo.

Teddy:

Edward Remus Lupin, era hijo de Nymphadora Tonks y Remus Lupin, era un metamorfomago de quince años, perteneciente a la casa de Hufflepuff.

Era fácil verlo por los pasillos o en la biblioteca y recordar a sus difuntos padres. Físicamente era como su padre (excepto el cabello), pero el estilo era de su madre, anillos, aretes, algunos tatuajes que él hacía aparecer.
Un muchacho tan noble y lleno de color como sus padres.

Teddy también tenía una cosa más de su madre, algunas veces podía ser muy torpe, había hecho un movimiento mal y cayó de su escoba durante un entrenamiento de Quidditch.

Ahora Teddy estaba una vez más con una de sus personas favoritas, Madame Pomfrey, la sanadora del colegio, ella sabía tantas cosas de sus padres, travesuras increíbles, anécdotas sorprendentes y un cariño que nadie más podía sentir.

Sus padres habían pasado tanto tiempo en la enfermería como él.

Ese día Madame Pomfrey lo había regañado por el poco cuidado que tenía y Teddy no se daría por vencido tan fácil, ¡la haría sonreír!

-¿Cómo queda un mago después de comer?
-Señor Lupin, quédese quieto -la sanadora tenía una mirada tranquila pero severa.
-Vamos, no me iré hasta que sonría, me caeré de nuevo de mi escoba si es necesario.
-No lo sé, ¿cómo?
-Magordito.

Madame Pomfrey comenzó a reír mientras terminaba de arreglar el vendaje del chico de cabellos azules.

-Cuidate, Remus.

Solo ella le decía así. Teddy sonrió y salió de la enfermería como si nada hubiera pasado.








*Me encanta escribir historia cortas, pero a veces me da tristeza que sea de un solo capítulo :c ¡Gracias por comentar!*

Hola, hola, remadora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora