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Remus y Tonks habían llegado de una misión, ella se veía cansada, pero Remus no tenía ni una pizca de sueño, ella le había dado una señal, una indirecta, pero él era pésimo para esas cosas.

"Sabrías perfectamente bien de quién me he enamorado, si no estuvieras demasiado ocupado sintiendo lástima de ti mismo para darte cuenta" le gritó, Remus nunca había experimentado ese tipo de felicidad.

-Iré a la biblioteca a escribir el informe.
-De acuerdo -dijo Tonks bajando las escaleras.

Remus creyó que estaría solo, pero a los pocos minutos Tonks aparecía con una taza de té para cada uno. Era una costumbre tonta que tenían, Remus se sentaba en el sillón grande mientras Tonks se recostaba a su lado, usualmente metía sus pies dentro del suéter de Remus para calentar sus siempre fríos pies.
Está vez Remus quiso sentarse en el sillón individual, pero como siempre a Tonks nada se le dificultaba. Se sentó en su regazo y se acurrucó contra él.

-¿Qué... qué haces?
-¿Qué parece que hago? Tú siempre estás caliente, tengo frío.
-No me gusta que hagas esto.
-No me gusta que mientas.

Remus la rodeó con sus brazos para poder comenzar a escribir, sin tinta, a lo muggle. Luego de un rato sintió la respiración de Tonks más pesada, ella se había dormido.

-Creo que estoy enamorado de ti y eso me da un susto de muerte -dejó a un lado su pluma y cuaderno y comenzó a jugar con el cabello rosa que tanto le gustaba.
-Entonces bésame.
-Creí que tú... yo... -Remus sintió que el mundo se desvaneció.

No había nada más, sólo Tonks y él, hundió un poco más los dedos en su cabello y deshizo toda distancia entre los dos. Unas cosquillas que jamás en la vida había sentido aparecieron por todo su cuerpo.
Por fin, después de tantos meses había podido besar a Tonks.

Hola, hola, remadora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora