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-Voy a ser papá, voy a ser papá voy a ser papá.
-¡REMUS! -gritó Andrómeda.
-¡Trae tu bonito trasero aquí! Necesito apretar algo.
-Lo siento, disculpa amor.

Remus dejo de dar vuelta para sentarse a un lado de Tonks y darle la mano. A Tonks se le había roto la fuente una hora antes, ahora las contracciones eran más fuertes y lo único que podía hacer era tratar de romper los dedos de Remus.

-Respira, hondo.
-Sé cómo respirar, Lupin. Tú tienes la culpa.
-¿Por qué yo?
-Estoy a punto de tener a tu hijo, ¿no puedes aceptar la culpa?

Remus comenzó a reír pero la contracción que venía fue una de las más fuertes y el apretón de Tonks lo hizo cambiar de expresión.

-Tienes razón, te amo.
-Es hora -dijo la partera-, linda, tendrás que pujar.

El parto tuvo que ser en casa, las cosas en el mundo mágico no eran de lo mejor, Remus era un hombre lobo registrado y si iban a San Mungo podía terminar en Azkaban, y posiblemente igual Tonks.
Tonks pensó en hacer sus caderas más grandes, usar su don para hacerlo más fácil, pero quería la experiencia completa.

Luego de diez tortuosos minutos el llanto a todo pulmón de un bebé se escuchaba por toda la casa.

Edward Remus Lupin, un niño precioso de cabello color jengibre enmarcando una cara en forma de corazón y ojos color miel.
Tonks lo cargo por primera vez y las lágrimas no pudieron hacerse esperar.

-Se parece a ti -dijeron los dos al mismo tiempo.
-Gracias -susurró Remus contra los labios de Tonks.
-Te amo, los amo. Ahora cargalo.
-No, es muy pequeño, ¿y si lo tiró? ¿y si le hago daño?
-Eres si padre -dijo Andrómeda secándose las lágrimas-, nunca le harás daño.

Remus lo tomó como si se tratara de la cosa más frágil y preciosa del mundo, y para él eso era. Andrómeda abrazó a Tonks, su pequeña ahora se había convertido en madre.

-Hola guapo, soy papá -dijo Remus mirando a Teddy. Le acomodó las sábanas y Teddy se aferró a su dedo-, ¡miren!

Remus comenzó a llorar, fue el momento más feliz de toda su vida, la diminuta mano de Teddy se aferraba a su dedo, ahí supo que todo lo que había sufrido había valido la pena.
Y de repente todos en el cuarto se sorprendieron, el cabello de Teddy había cambiado de color, y lo hizo de nuevo y de nuevo.

-¡Es un metamorfomago! -gritó Remus. Tal vez más fuerte, porque el cabello de Teddy se puso rojo y comenzó a llorar-, lo espante, ¿te espante? Perdóname mi corazón, no quería hacerlo.
-Tal vez solo tiene hambre -dijo Andrómeda cargando a su nieto por primera vez.
-Ven aquí, cachorro -dijo Tonks tomando a su hijo.

Inmediatamente Teddy se calmó, al parecer sí tenía hambre.

Más tarde esa noche, Tonks dormía con Teddy sobre su pecho, ella abrió los ojos cuando Remus cerro la puerta.

-¿Puedes quedarte ahí un minuto más? -dijo Remus cuando vió que Tonks cambiaría de posición-. Solo quiero seguir mirándote un poco más -dijo Remus retrocediendo-, los amo más que a mí vida.

Hola, hola, remadora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora