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Remus había aprendido a que su vida estaría llena de esos momentos llámanos deja vù. Porque sí, Teddy podía ser su imagen, pero era exactamente igual que su mamá.


Remus estaba solo en el estudio, con la punta de la pluma se rascaba la barbilla, alguien entro, no fue necesario voltear, Remus ya conocía hasta el ruido de las botas de Tonks.
-Hola Dora.
-¿Cómo sabes que soy yo?
-Siempre que terminemos de cenar y subo aquí, tú no tardas mas de cinco minutos en aparecer -dijo sin levantar la vista.
-Mmmh, ¿es muy importante?
-No, ¿necesitas algo?
-Y si no es importante por qué no me has volteado a ver ni una sola vez.
-¿Tengo qué? -dijo escondiendo la sonrisa.

Había dado resultado, casi podía ver como Tonks se cruzaba de brazos y hacia una especie de puchero que le fascinaba.
Tonks se sentó en el sillón sobre sus rodillas, eso la hizo estar a la altura de la cara de Remus.
Comenzó a picar lo con su dedo índice justo en la mejilla.
-No voy a dejar de pincharte hasta que me prestes un poco de atención -dijo Tonks.
Remus ya no pudo contener la risa, rápidamente la tomó sentándola a horcajadas encima de él.
-Un beso por cada vez que me has pinchado.
-Con gusto.


Ahora los años habían pasado, la casa era diferente, una argolla estaba en su dedo, un montón de pergaminos dispersos en el estudio de su casa.
La puerta se abrió, de reojo Remus pudo ver un destello de color turquesa escabullirse hasta el escritorio.
-Papi.
-Si amor.
-Papi.
-¿Qué pasa cariño?

Remus quería probar un punto.

-No voy a dejar de pincharte hasta que me prestes un poco de atención -dijo Teddy picando la pierna derecha de su padre.

Remus volvió a reír mientras cargaba a Teddy para sentarlo encima del escritorio.

-Eres igual que mamá.
-Mamá dice que soy igual a ti.
-Está equivocada, pero no le digas que lo dije, ¿que necesitas?
-Quiero comer.
-¡Es verdad! Vamos, te prepararé algo en lo que mamá llega.

Hola, hola, remadora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora