¡11!

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Tonks sabía que cuando Ojoloco apareció en su casa con una bolsa llena de comida China para hablarle de una organización secreta, no sería precisamente un campamento de verano.

Estaba en sus veintes se dijo ella misma, se repitió una y otra vez que podría con eso y más...

Los meses pasaron y en octubre se miró al espejo.

-¡Estas en tus veintes! ... ¿estás en tus veintes? -dijo desconcertada.

Estaba exhausta, no solo tenía al tonto Ministerio respirándole en la nuca, haciéndola trabajar más de ocho horas en misiones sin sentido, sino que también la Orden requería de sus servicios, las guardias la hacían trabajar casi veinte horas (en los peores días), por su puesto que el tonto Remus Lupin y su amabilidad se había ofrecido a dejarla dormir, ella se negó.

Y lo seguiría haciendo, excepto que de vez en cuando durante las largas guardias se quedaba dormida apoyada sobre el hombro de él ó que a veces cuando se quedaba en Grimmauld Place y se quedaba dormida en sillón y Remus siempre la llevaba escaleras arriba.

Y ahora una sonrisa estaba en su rostro, claro, estaba pensando en cómo Remus la cargaba con el caballero que es, hasta la habitación más cercana. Sabía que Remus le gustaba y algo en su ser le decía que Remus sentía lo mismo que ella, pero decidió dejar el tema.

Durante el día fue difícil no ocupar su mente en la cicatriz que Remus tenía en la ceja, ó lo largos que eran sus dedos ó como resoplaba maldiciendo en voz baja cada vez que algo no le parecía.

Ahora después de largo turno que prometía un día libre al siguiente día, tenía una guardia esperando por ella, su cabello rosa chicle hasta los hombros, una blusa de los Beatles y un pantalón de mezclilla oscuro la acompañaron hasta el punto de reunión, no hubo tiempo de pasar al cuartel.

La guardia estuvo completamente opacada por una plática sobre bandas de rock.

-Estoy sorprendida, nunca pensé que un tipo como tú escuchará ese tipo de música.
-¿Un tipo como yo? -Remus la miro por encima del hombro-, quieres decir viejo y aburrido.

Tonks puso los ojos en blanco, estaba muy cansada para discutir con él.

-Sirius también escucha este tipo de música, pero supongo que hay diferencias entre nosotros dos.
-De Sirius es un poco más creíble, ya sabes, es el tipo de rebelde que con o sin causa que volteas a ver en un bar.

Ella nunca voltearía a ver a Sirius en un bar, bueno, tal vez si Sirius fuera acompañado de su amigo Remus.

-Había olvidado que tienes un flechazo por él...

La voz de Remus dejó de ser burlona, era más un reproche.

-Como te lo dije hace un par de días, sabrías de quién estoy enamorada sino pasarás todo el día con la cabeza en el trasero.
-Recuerdo que lo dijiste de una manera más educada la otra noche.

Tonks no contestó, negó con la cabeza y se apoyó contra el hombro de él, así hasta terminar la guardia.
El sueño la tenía mareada, casi al borde de no poder aparecerse, gracias a Merlín, Remus tenía un don para leer a la gente (casi tan bueno como Snape) y simplemente lo notó.

-Vamos, yo dirijo.

Remus la tomó de las manos y se aparecieron en su piso.

-Temo por tu seguridad, así que te acompañaré, ven aquí.

Tonks se subió a la espalda de Remus, parecía a simple vista que el aire se lo llevaría pero no, Remus era fuerte, lo suficiente para subir las escaleras con ella en su espalda. Tonks no supo bien si fue el aroma de Remus o el cansancio acumulado, pero fue lo último que recordó.

Al llegar ella se tiró sobre su cama, Remus le quitó las botas con un movimiento de varita y se quedó mirándola un momento, o eso fue lo último que recordó...

A la mañana siguiente un rayo de sol se colo por las cortinas abiertas, al parecer a nadie se le ocurrió cerrarlas.

Tonks fue la primera en despertar, abrió los ojos estirándose un poco y pudo ver qué estaba acurrucada contra Remus, la mano de el descansaba en la espalda de Tonks, acercándola más a él, tenía la boca ligeramente abierta y roncaba de la misma manera.

A Tonks le pareció el hombre más guapo del mundo, había algo en esa barba de un par de días, en los rasgos tan calmados que tenía que la hicieron sentir segura, ese día no había trabajo, no había guardias, simplemente ella amaneciendo junto a Remus.

Hola, hola, remadora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora