¡14!

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La llegada de Edward a la vida de Remus fue un torbellino de emociones, pasó de preguntarse si su hijo lo amaría a ser el padre modelo, para Tonks no fue igual, ella era joven y algunos parecían no poder olvidarlo, la subestimaban y los rumores de su torpeza en la maternidad no paraban, al parecer no era suficiente haber peleado en la última gran guerra mágica.

Aunque muchas veces la abrumaban los cuchicheos de los pasillos, volver a casa con su cachorro hacía que todo valiera la pena. Cuando fue nombrada Jefa del departamento de Seguridad Mágica mostró de lo que estaba hecha, todo iba viento en popa, la acción por supuesto que no era la misma, pero ser la jefa era algo que la hacía sentir muy bien... aunque no lo dijera en voz alta.

Remus también estaba muy bien, la docencia era para lo que estaba hecho, Edward crecía todos los días, sorprendiendo a todos con su manera de ser.

-Tonks -decía el ministro pasando por la puerta.
-Señorón, ¿qué lo trae por aquí?
-De qué hablas, hoy es catorce, tenemos que ir a la junta de regulación.
-¿Qué? -Tonks levantó la cabeza hacia el calendario que había en su pared-, ¿catorce?
-Sí, se te olvidó.
-No, no, bueno sí, pero hoy es catorce hoy... uno, dos, tres... Remus se va a reír mucho hoy en la noche.
-No entiendo lo que está pasando y me da miedo preguntar, así que... ¿podemos irnos?

Remus no se rió, ni un poco, ni una sonrisa, es más, vomitó.
Hubo un retraso, hubo una prueba de embarazo, hubo nauseas y gritos, hubo un ultrasonido que mostraba gemelos, hubo un padre desmayado y hubo un futuro hermano mayor emocionado por el suceso.

Los dos tenían permisos por el nacimiento de los gemelos, Alastor y Hope no eran como Edward, ellos lloraban mucho, comían mucho y les mostraban una cara de la paternidad que el pequeño Teddy tuvo la amabilidad de no mostrarles.

Las noches eran exhaustas, los gemelos se despertaban y llenaban la casa sus sonidos.

-Los bebés están llorando y es tu turnó de lidiar con ellos -dijo Tonks entre sueños.
-No es verdad... es tu turno -contestó Remus boca abajo.

Pero hubo algo que los hizo levantarse de un solo golpe, el llanto había frenado súbitamente.
Ambos tomaron sus varitas y corrieron hasta la habitación de los gemelos haciendo más ruido del que deberían, cuando abrieron la puerta de par en par, se escucharon no solo dos llantos sino tres, habían hecho que el pequeño Teddy se espantara hasta las lágrimas.

-¿Teddy, qué haces aquí? -dijo su padre cargándolo entre sus brazos.
-Vamos, vamos, estamos aquí-dijo Tonks poniendo cada una de sus manos en el pecho de los gemelos.

Cuando Teddy se tranquilizó y los gemelos tomaban su leche en los brazos de sus padres, señaló el libro.

-Les leía un cuento... ellos se asustan porque están solos cuando se despiertan.
-¿Y tú vienes a verlos?
-A veces duermo aquí.
-Por Merlín, Teddy no tienes que hacer eso -dijo Tonks mirándolo con ternura-, te enfermarás.
-Pero ustedes están cansados.
-No lo estamos -dijeron al mismo tiempo.
-Mentir es malo.
-Si lo estamos -volvieron a decir al mismo tiempo.
-Pero es nuestra responsabilidad, ¿entiendes? -dijo Remus-, agradecemos lo qué haces, pero ahora a dormir.

Hola, hola, remadora.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora