Capítulo 10

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   ¿Qué tan difícil sería convencer a sus papás de que le dieran un hermanito? Se preguntó el pequeño Harry, balanceando sus piernas que no llegaban a tocar el suelo por causa del alto asiento de piedra. ¿Podría simplemente preguntarles y eso bastaría, o debía hacer algo más?

   Charlie, su nuevo amigo, le dijo que cuando él deseó tener un hermano menor al que cuidar, puesto que ya tenía uno mayor, sólo le bastó con preguntarle a su mamá (algo de lo que después se arrepintió porque no sólo le dio uno sino cinco),pero con cada mamá y papá podía ser diferente, le advirtió.

   ¿Cómo resultaría en su caso?

   Tener un hermano no era algo que Harry se hubiera planteado antes, aun cuando había veces que estaba solo en las mazmorras, nunca se sintió realmente solo, siempre tenía a su mamá y a la tía Sybill. Pero ahora era diferente, el haber conocido a sus nuevos amigos (sus primeros amigos) le hizo preguntarse qué se sentiría tener un hermano, así como Charlie tenía los suyos.

   Había conocido a Bill, el mayor de Charlie, hacía unos minutos cuando pasó por allí, y él se lo presentó. Bill le cayó bien como sus nuevos amigos, era un muchacho amable y servicial, que ni siquiera había hecho el amague de burlarse de él cuando se dio cuenta que no podía bajar del nicho donde se había subido para controlar a Filch, y por lo cual necesitó un poco de ayuda; no le sorprendió enterarse que fuera un prefecto. Esa presentación del muchacho mayor, fue lo que luego los llevó a empezar  el tema “hermanos”.

   Tonks le dijo ser hija única (“Algo que su madre agradecía todos los días a Merlín”), pero siempre había tenido tanto amigos para compensar su soledad, que no lo sentía realmente. Charlie, por el contrario, aparte de Bill tenía otros cinco hermanos más, todos menores que él; uno de ellos ingresaría a Hogwarts el próximo año escolar, pero lo mejor era que también tenían una hermanita de la misma edad que Harry por lo que cuando le llegara el tiempo de asistir al colegio serían compañeros. 

   Eso había alegrado a Harry porque significaba que tendría más amigos con quienes compartir el tiempo, pero también le llevó a despertar el deseo de tener hermanos propios.

   Claro que realmente no sabía cómo era toda la dinámica para conseguir uno, o si podía decidir siquiera cuántos quería (Charlie había sido muy claro en que él tuvo más de los que deseó), lo único que si entendía era que había familias con muchos hijos y otras con sólo uno. Su mamá, por ejemplo, le había dicho que tenía siete hermanas, y por el contrario su papá era hijo único. Como él.

   ¿Sería esa la razón por la que no era una persona alegre? Se preguntó Harry, ahora ya sólo en el pasillo donde conoció a sus amigos, puesto que ellos habían tenido que marcharse al Gran Comedor para la hora del almuerzo. ¿Haber crecido sin hermanos lo había vuelto duro?

   Tal vez, entonces, el tener hermanos no sólo lo beneficiaría a él, se dijo Harry, también beneficiaría a su papá, porque seguro que si se rodeaba de más personas, personas que lo amaran, podría entender el significado de esa palabra que era tan difícil para él.

   Seguro que funcionaría, se dijo a sí mismo mientras se llevaba a la boca la segunda rana de chocolate que Tonks le había regalo. Pero seguro que funcionaría mucho más si la suya era una familia grande como la de Charlie, reflexionó.

   Sólo debía preguntarle a su mamá si podía darle mellizos como los hermanos menores de su amigo, así sería mucho más rápido de completar una familia grande.

-¡Harrison!

   La voz de Snape pareció escucharse antes de que incluso terminara de aparecer al doblar por el pasillo.

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