Dolor. Eso era todo lo que sentía. Un dolor que le quemaba desde dentro hacia fuera, haciendo que su mente estuviera como imbuida en neblinas. No era la primera vez que lo sentía, y estaba segura que no sería la última, con un proxeneta como el que la “cuidaba” no tenía mucha esperanza de salir pronto. Tal vez, ni siquiera con vida.
El dolor del brazo y de las costillas eran lo peor esta vez, se asemejaba a filosas dagas que se le incrustaban en la carne. Pero tenía que resistir, se dijo, había algo que requería de todas sus fuerzas.
No, se corrigió, no algo, sino alguien. El bebé necesitaba de ella.
Se arrastró sintiendo como cada movimiento era un suplicio, pero debía aguantar, se instaba a cada milímetro que ganaba en el suelo, debía llegar hasta el seguro de la puerta del armario para sacar a Harry de allí. No podía dejarlo encerrado por mucho tiempo.
Logró llegar lo más cerca posible y estirar la mano hacia el armario, pero no supo si llegó a abrirlo del todo. Cuando su mano cayó al suelo, ella ya había perdido la conciencia
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Severus logró salir de su estupor y aturdimiento cuando se dio cuenta que la vida de dos personas dependía exclusivamente de él y de lo que hiciera en los próximos minutos. Por lo que reprochándose por su comportamiento estúpido al dejarse abatir, desapareció su desastre con un movimiento de varita y entró hacia la habitación, pasando cuidadosamente sobre el cuerpo de Laurel evitando pisarle.
Primeramente, levantó al niño del suelo cuando vio que ya se acercaba hacia la joven, como si estuviera buscando ayuda y consuelo en sus brazos, aun gritando, si del miedo o el dolor Severus no podía distinguirlo, pero sospechaba que tal vez era una mezcla de ambos. Le dio una rápida evaluación a la herida en la frente, percatándose que si bien sangraba mucho, era más bien superficial, posiblemente provocado por el borde del canasto que lo contenía antes de caer del armario. Lo dejó entonces sobre la cama, una toalla presionada sobre la frente para evitar que sangrara más, mientras se volvía hacia Laurel.
El caso de ella era más complicado. A distancia se notaba que lo suyo no podría solucionarlo simplemente presionando una toalla en las heridas. Su cuerpo entero era una sola herida en sí.
La levantó delicadamente del suelo unos centímetros para colocar una manta que tomó de los pies de la cama, y así poder cubrirla con ella para conservar toda la dignidad posible, antes de hacerle un hechizo diagnóstico. En eso sintió como el cuerpo de la joven comenzaba a temblar descontroladamente ante su toque, pese a que había intentado hacerlo lo más suave posible.
-Laurel –susurró –Laurel, soy yo. No tengas miedo.
La joven no hizo un solo sonido que denotara que lo había reconocido, y simplemente se quedó allí, entre los brazos que la sujetaban… como muerta… Entonces, Severus se dio cuenta que quien estaba temblando de manera descontrolada, en realidad, era él mismo.
Tenía miedo, demasiado miedo, nunca antes había tenido ese sentimiento a tal magnitud. Laurel era lo más cercano que tenía a un amigo, a pesar de las claras diferencias entre ellos y de que al principio ella sólo representaba una especie de sustituto para Lily por su gran parecido a la única amiga que tuvo en su momento y a quien perdió estúpidamente… Nunca lo podría admitir en voz alta, claramente, no era una persona que pudiera expresar sus sentimientos con esa facilidad, pero sabía que si perdía a Laurel también, se volvería loco...
Con su varita realizó un rápido hechizo diagnóstico con el fin de evaluar los daños que tenía, y ver qué debía hacer a continuación. En la cama, el niño seguía llorando, gritando por sus padres mientras intentaba bajar, haciendo que toda la situación se volviera mil veces más estresante de lo que ya era.
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ADA(O)PTARTE
FanficLa vida de Severus Snape termina siendo unida a la de Harry Potter de una manera por demás extraña y poco ortodoxa. ¿Quien hubiera creído que llegaría a él como un regalo "para mejorar su humor" en medio de la noche?