Capítulo 13

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   Percy bajaba a la carrera las escaleras de la torre de Gryffindor con la jaula de Scabbers en una mano, sabiendo que no era bueno hacer esperar al profesor Snape cuando pedía algo, porque la tardanza a una de sus órdenes seguramente lo enojaría, y luego quien pagaría la falta sería su rata.

    No quería que eso sucediera, a pesar de que su mascota no tenía nada de gracia ni hacía nada en especial (salvo comer y dormir), sus padres no se podían permitir comprarle algo más. Aparte, le tenía un cierto aprecio, había sido un regalo de su hermano mayor Bill el verano antes de que éste fuera a su primer año a Hogwarts. Lo habían encontrado en la pradera cerca de su casa, y Bill se lo había dejado como una responsabilidad hasta que él regresara; sólo había sido una manera de mantenerlo entretenido puesto a que de pequeño era muy apegado a su hermano mayor, y era evidente que resentiría su ausencia. Ahora ese apego había pasado, pero Scabbers siempre sería una especie de representación de esa amistad y cariño, y por ende, no quería perderlo pronto.

   Percy terminó de bajar la escalera y estaba a punto de doblar por el pasillo cuando chocó contra un pequeño torbellino verde que venía en sentido contrario, quien cayó al suelo a causa del impacto produciendo un sonido tintineante.

   Era Harry, con su característico suéter verde hasta las rodillas, y un pequeño mohín en los labios.

-Lo siento, Harry, no te vi –dijo Percy apresurándose a dejar la jaula en el suelo para levantar al niño – ¿Te lastimaste?

   Harry negó con la cabeza, pero su gesto no cambió mientras recogía la caja que había estado trayendo con él y que también cayó al suelo.

   Entonces fue que Percy se dio cuenta que su expresión no se debía a estar lastimado, sino al hecho de que el envoltorio de papel de la caja se había roto.

> ¿Era algo importante? –Preguntó, olvidándose que sólo hacía un momento había estado apurado, y sacando su varita mientras intentaba recordar algún hechizo que sirviera para reparar el papel.

-Es para tu mamá –contestó el pequeño –Quería pedirle que le haga un suéter a papá por su cumpleaños –explicó –Papá está celoso del mío, así que quería regalarle uno igual.

-Harry –empezó Percy, no muy seguro a cómo decirle que no era fiable que al hombre le agradara un regalo así. Era verdad que no lo conocía tan bien como seguro lo hacía el pequeño (que era su hijo después de todo), pero por lo que llegó a ver, no parecía que el profesor Snape fuera alguien que usara ropa de punto, ni siquiera en la privacidad de sus habitaciones.

-Puedo pagarle –dijo Harry muy seguro, agitando la caja que produjo el mismo sonido tintineante que antes cuando se cayó –El cumpleaños de papá es en dos días, pero si tu mamá no puede hacerlo para esa fecha, puedo esperar un poco.

-Harry –volvió a intentar el muchacho, pero no pudo decir nada más ante la mirada brillantemente esperanzada del niño – ¿Especificaste el color que querías? Porque después mamá puede llegar a hacerlo de uno que no le guste –Terminó, incapaz de destruir esa esperanza.

-Sí –exclamó Harry con alegría, sacudiendo su cabeza afirmativamente para darle más énfasis a la respuesta  –Lo quiero en negro –agregó antes de tomar la mano del chico mayor para guiarlo hacia la lechucería.

-Harry. Espera. Harry –exclamó Percy intentando frenarlo –Primero vamos a llevarle la jaula al profesor Snape –intentó razonar para volver atrás y poder tomar la jaula que quedó olvidada a los pies de la escalera.

  Pero el niño no parecía escucharlo, y siguió arrastrándolo en sentido contrario a las mazmorras.

   Percy no pudo más que seguirlo, aun contra su voluntad, por el férreo agarre que tenía en su mano, rogando internamente que el profesor Snape no fuera a castigar la tardanza en su pobre rata.


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