La primera vez que Sybill Trelawney vio a Laurel Snape en la enfermería, supo enseguida que era un regalo que los hados del destino le habían hecho para que dejara de sentirse tan sola en ese castillo lleno de magos y brujas de mente cerrada, que no entendían su don y por lo mismo se burlaban tachándola de fraude.Laurel era como ella, había sido bendecida con la gracia de la visión… pero lamentablemente la niña había pasado por obstáculos similares a los suyos, siendo tenida por una buscadora de atención y descartándose cada una de las cosas que decía; para empeorar, no había tenido un guía que le instruyera, e incluso en su colegio no se enseñaba el delicado arte de la adivinación. Todo eso la había llevado a que su don se fuera desgastando, tornándose a reducidas imágenes cada vez, que a veces ni siquiera tenían mucho sentido.
Pero Sybill había decidido que eso era algo que ella haría todo lo posible para que cambiara. Y desde ese día que la visitó por segunda vez, ya no con todas las otras profesoras que sólo se hubieran burlado ante la mínima insinuación, la había estado entrenando. Aunque, lamentablemente, la falta de práctica y el hecho de que durante mucho tiempo estuvo reprimiendo su don, le llevó a perderlo parcialmente; no podía ver nada por voluntad, sólo debía contentándose con las imágenes del futuro que le llegaban y como le llegaran. Futuro que si estaba relacionado con ella, directamente sería incapaz de ver.
Su don, en cambio, sí estaba del todo desarrollado, aunque aún tenía ciertos momentos en los que parecía tomar control sobre ella, haciéndole decir cosas que luego sería incapaz de recordar.
Como en ese momento, en que jamás recordaría que acababa de llamar a Harrison Snape como Harry Potter.
Pero eso era algo que a Laurel, realmente, no podía importarle menos, así luego su coartada se cayera y terminara siendo llevada al Ministerio por secuestro, su preocupación ahora mismo estaba centrada en la seguridad de su pequeño.
Laurel y Sybill corrieron por los pasillos del castillo, directo hacia el Bosque Prohibido, sin prestar atención a nadie que se le cruzara por el camino, quienes las miraban con el ceño fruncido de la sorpresa y el desconcierto.
Una vez llegaron a los límites del bosque, Sybill sujetó a su amiga del brazo, impidiéndole avanzar más allá.
-No conoces cómo es ese lugar por dentro, y tampoco sabes dónde están exactamente –indicó negando con la cabeza –Sólo representarás un problema más si llegas a perderte.
-Pero, Harry y Sev… –murmuró Laurel preocupada, sin dejar de mirar hacia dentro del bosque. Entendía que su amiga tenía razón, pero no podía simplemente quedarse de brazos cruzados esperando a que salieran cuando acababa de decirle que allí dentro había peligros muy graves para Harry.
-Hay que avisarles. Convoca tu patronus y dile que los busque.
-No sé hacerlo –exclamó con frustración –Soy prácticamente una squib, Sybill.
Trelawney la miró por unos segundos, frunciendo el ceño, no era la primera vez que Laurel decía algo así, y tal como esas veces, no pudo evitar preguntarse quién le había metido esa idea en la cabeza. Una vidente natural no podía ser “prácticamente una squib”. Pero sabiendo que ahora mismo no era el momento de ponerse a discutir sobre ese tema, sacó su varita para convocar su propio patronus; un pequeño colibrí, símbolo de la sabiduría femenina.
-Busca a Severus Snape y Harry, diles que deben salir del bosque ahora mismo.
El patronus acababa de internarse entre los árboles, cuando el grito de Harry se escuchó como si retumbara en los troncos huecos.
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ADA(O)PTARTE
Fiksi PenggemarLa vida de Severus Snape termina siendo unida a la de Harry Potter de una manera por demás extraña y poco ortodoxa. ¿Quien hubiera creído que llegaría a él como un regalo "para mejorar su humor" en medio de la noche?