Capítulo 14

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   La salida de padre e hijo al Callejón Diagón, no resultó tan buena como Laurel había previsto. Descontando el hecho de que Severus había estado medio reacio a colocarse el suéter nuevo que Harry le regalara, cuando volvieron ambos tenían expresiones idénticas de contrariedad.

-¿Vuelven tan temprano? –Preguntó Laurel, saliendo de la cocina al escucharlos llegar, sólo dos horas después de haber abandonado las mazmorras. Eso hasta para Severus era un record en tiempo de compras, más con un niño tan hiperactivo a cuestas – ¿Qué sucedió?

-Ahora no, Laurel –contestó Severus, sacándose el abrigo antes de entrar a su laboratorio, lugar donde siempre parecía esconderse cuando no tenía ánimos de hablar.

   Laurel lo observó marcharse, sabiendo que de nada servía seguirlo para averiguar más, no cuando estaba en modo “No me molestes o te irá mal”,  por lo que se volteó hacia Harry.

   El niño no se veía mejor que su padre; su pequeño ceño fruncido parecía una copia idéntica a la del hombre mayor, sólo que en su caso también estaba acompañada por un leve mohín, como si no se decidiera a estar enojado, triste, o simplemente desilusionado.

-¿Harry?

-Ahora no, mami –contestó en una imitación perfecta de Severus, y tal como él se sacó el abrigo antes de entrar a su habitación.

    Si el ambiente hubiera estado para tal cosa, Laurel se hubiera reído. Harry, aun no siendo el hijo biológico de Severus, tenía muchas de sus maneras, y hasta casi el mismo modo de hablar, sólo que con su tono más infantil. Verlo hacer esas cosas era como ver a un pequeño clon del hombre, aunque mucho más tierno.

   Pero ahora mismo Laurel no pudo detenerse en ese hecho, como otras veces, o siquiera sonreír ante la imitación, era evidente que algo había sucedido en esa salida tan corta de buscar un regalo para Harry, pero no parecía que tuviera que ver con alguna travesura cometida; en ese caso Severus se lo hubiera dicho, después de colocar a Harry en penitencia o hacerle cumplir su castigo inmediatamente pisaban las mazmorras, como ya había ocurrido en otras oportunidades. Más bien parecía como si se hubieran llevado una desilusión conjunta; tal vez no por las mismas razones, viendo que Severus parecía también incluso un poco enojado aparte de frustrado, pero si por la misma causa.

   O tal vez la misma persona.

   Laurel suspiró volviendo a la cocina para meter el pastel en el horno, como estaba a punto de hacer cuando escuchó el ruido en la puerta, diciéndose que esperaría un poco para darles tiempo a calmarse, y luego, si ninguno de los dos salía de donde se habían encerrado, iría por ellos y averiguaría qué los dejó en ese estado.


***

-Mamá.

-¿Sí?

-¿Qué es una prostituta?

   Laurel se quedó con el cepillo suspendido a medio camino de la cabeza de Harry, el rostro atónito a causa de la impresión de haberlo escuchado decir esa palabra.

  Era el día siguiente del fallido cumpleaños de Severus. Laurel no había logrado sacar una sola palabra a ninguno de “sus chicos”, quienes parecían seguir contrariados por lo que sea que hubiera sucedido en la salida, convirtiendo lo que debía ser un festejo en una silenciosa cena de tres personas que ni siquiera se miraban entre sí.

   Al principio Laurel pensó que algo tenía que ver con el hecho de que hubieran vuelto sin un regalo, que fue lo que salieron a buscar en primer lugar, pero si fuera así entonces Harry hubiera recurrido a ella para conseguir lo que su papá se negaba a comprarle. Pero ese no fue el caso. El niño, incluso, hasta parecía tímido a mirarla de frente… Como si hubiera descubierto un gran y oscuro secreto de ella.

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