Severus miró a su alrededor, contemplando el día que debería haber sido el más feliz de su vida, convertido en un solo y terrible caos de imágenes arremolinándose y superponiéndose unas a otras, moviéndose de una manera estresantemente lenta. Pero, la verdad, era que él no veía nada; ni los invitados corriendo, desapareciendo en un remolina de túnicas de colores, o defendiéndose como podían, tampoco veía a Bellatrix que se acercaba con paso amenazante, la varita dirigida exclusivamente contra él… Toda su atención estaba concentrada en su familia; en Tamy bajo el estrado de la ceremonia, sujetando con ambas manos su varita nueva, inútil en la batalla siendo que no conocía ningún hechizo para defenderse. Y en Laurel que no se había movido de donde Harry la arrojó en el momento en que un hechizo estuvo a punto de alcanzarla, las manos sujetando su vientre como si intentara mantener dentro de sí a su pequeña no nacida, mientras su hijo lanzaba hechizos ferozmente, derribando a todo quien quisiera acercarse demasiado a su madre… Entonces, Bellatrix Lestrange llegó hasta él…***
Severus abrió los ojos de repente saliendo del sueño, mientras los malos pensamientos y la sensación de muerte aún se aferraban a él como una lapa. Todo no había sido más que un sueño, se dijo a sí mismo, no había tal cosa como una amenaza rondando a su familia, ni nada vendría a arruinar un día tan especial como su boda…
Su boda… Su familia…
Se levantó apresuradamente cuando esas palabras hicieron eco en su mente, aunque el mareo que le provocó el movimiento repentino hizo que se volviera a olvidar de ellos casi inmediatamente. Se sentía confundido, y algo desorientado, como si hubiera tomado una potente poción para dormir la noche anterior, por lo que en un primer momento no reconoció donde se encontraba; el lugar estaba en penumbras, y la poca luz que le llegaba de fuera apenas era suficiente para ver nada, hasta que finalmente los familiares y destartalados muebles le dijeron claramente que esto era su casa de la infancia, en la Hilandera…
La Hilandera, ¿ese lugar no se había derrumbado hacía años, cuando Laurel y Harry...?
Se detuvo en medio de aquel pensamiento, sin saber realmente qué se suponía que seguía para completar esa oración. El sueño que había tenido, así como el mareo y la desorientación al despertarse de una manera tan repentina, ahora le estaban provocando que su cerebro trabajara más lento de lo que debería. O al menos eso creía, ya que de otra manera no podría explicarse sus pensamientos confusos. La Hilandera jamás había sido derrumbada, y menos por culpa de Laurel; sí, la chica era alocada, eso no lo podía negar, pero de ahí a que destruyera su casa… Bueno, era prácticamente imposible.
Severus sacudió la cabeza, dirigiéndose a la cocina mientras sentía como los vestigios de su sueño se iban perdiendo a medida que más tiempo transcurría despierto. Ya casi no recordaba qué tenía que ver Laurel en su vida, o quienes eran Harry y Tamy. No conocía a nadie con esos nombres, ni sabía qué era eso de su “boda”.
-Como si alguien alguna vez querría casarse conmigo –dijo despectivamente al momento que escuchó que llamaban a la puerta de su casa.
Cuando se acercaba a abrir, y a pesar de su pensamiento desdeñoso, Severus sintió en su interior que sí había alguien que estaba dispuesto a casarse con él, alguien que quería compartir la vida con la suya, alguien que lo amaba… Alguien con quien formaría una familia… Alguien como Laurel…
- ¡Sorpresa!
Severus miró con una ceja alzada a la sonriente pelirroja que se encontraba del otro lado de su puerta. Laurel, como si con el solo pensamiento la hubiera convocado a su casa.
-No pedí tus servicios hoy –dijo simplemente cerrando la puerta.
Y entonces fue que supo (aunque no entendía bien por qué) que nunca llegaría a cerrar del todo, que ella pondría el pie en el marco para impedirle hacerlo… Así como supo, también, que no estaba sola, que debajo de esa capa azul que llevaba tenía escondido a un niño de un poco más de un año. Harry Potter… Harrison Snape...
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ADA(O)PTARTE
Fiksi PenggemarLa vida de Severus Snape termina siendo unida a la de Harry Potter de una manera por demás extraña y poco ortodoxa. ¿Quien hubiera creído que llegaría a él como un regalo "para mejorar su humor" en medio de la noche?