Capítulo 23

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    Las vacaciones de verano acababan de comenzar, y Harry estaba feliz. Ahora podría estar con su hermanita por más tiempo y ya no solo los fines de semanas; conocer mejor a sus tíos, a quienes solo veía unas contadas horas porque parecía que siempre estaban trabajando, y por lo mismo lo único que había logrado era diferenciarlos para saber marido de quién de sus tías era; también podría entablar mejor relación con sus tías en sí, tal vez conocer un poco más a la tía Artemisa y entender por qué se había marchado de la casa cuando ellos llegaron.

   Aunque también había “cosas malas” de las vacaciones, como que ya no podría ver a sus amigos tan de seguido, o tener clases a las cuales le encantaba asistir; pero lo peor era Andrea, a él sí que ya no lo vería más, aun cuando retornaran las clases, siendo que ese había sido su último año, por lo que tenía que esperar hasta que terminara su carrera en la Academia de Auror. Y eso si decidía volver a Massachusetts una vez que lo hiciera.

   Harry acarició a su lechuza mientras le daba un dulce, sonriendo levemente a pesar de eso. Al menos no perdería contacto con Andrea. El regalo de su tía Maca había sido muy providencial en el momento que llegó.

   Aun así, entre cosas buenas y malas, sabía que disfrutaría de las vacaciones de verano. Más ahora que pronto podría tener noticias de sus amigos del “Viejo Continente”. Otra cosa que también debía agradecerle a su tía Maca, la única que se había tomado el trabajo de ayudarlo a mandar las cartas que llevaban meses archivadas en su baúl por el siempre “olvido” de sus padres.

   Harry negó con la cabeza, reprochándose a sí mismo ese último pensamiento. Sus padres también tenían otras cosas que hacer más que solo buscar una manera de mandar cartas, se recordó, después de todo para ellos también había sido todo un cambio estar viviendo allí; su papá había tenido que dejar su trabajo de profesor, y mamá el de ayudante en los invernaderos y la enfermería, llegando a un lugar donde no tenían nada, solo por él, para evitarle una segura vergüenza. No tenía derecho a reprocharles nada. Además, ahora sus cartas ya estaban en camino hacia sus amigos, ¿qué más podía pedir?

   Lo que Harry no sabía era que sus cartas habían sido leídas y editadas por su padre antes de ser mandadas…

   Severus se habían enojado mucho cuando se enteró, por medio de su hijo, que Maca se había tomado el atrevimiento de enviar las cartas del niño, siendo que ella sabía lo que estaban ocultando con Laurel.

    Ese mismo día Severus siguió a Maca hacia el fondo de la casa, donde las Lilians Evans solteras tenían sus habitaciones, preguntándose internamente si él no sería el causante de provocar la visión que tuvo después de estar con Laurel.

   Ese solo pensamiento había logrado sacudirlo un poco, era verdad que había pensado en que no le temblaría la mano para deshacerse de una amenaza a su familia, y de hecho lo haría sin dudar si llegaba a suceder, pero se trataba de la hermana de Laurel. Su propia familia también ahora, y eso cambiaba un poco las cosas.

-No se le puede negar que se comunique con sus amigos –le había dicho Maca como todo saludo cuando entró a la habitación. Después de llamar, claramente, porque a pesar de estar enojado Severus aun sabía conservar el respeto hacia la privacidad, más aún cuando se trataba de la privacidad de una mujer soltera en sus habitaciones privadas.

   Maca estaba sentada en una silla frente a su escritorio, aparentemente escribiendo una carta, y ni siquiera se giró hacia su cuñado hasta que él se internó un poco más en la habitación, dejando la puerta abierta aunque colocando un hechizo que impedía que alguien pudiera oír su conversación.

-Eso es algo que yo debería de decidir, ¿no le parece? –Contestó Severus, mientras su vista caía sobre un abrecartas que había en el escritorio, cuya empuñadura era muy similar a la de su visión –Harry es mi hijo, y yo soy el único que puede decir qué es bueno para él y que no –agregó volviendo la vista hacia ella mientras daba unos pasos hacia un costado para alejarse del escritorio. No era bueno que estuviera cerca de ese abrecartas mientras estaba enojado.

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