¿Cómo pudo creer por un momento que todo estaría bien, que pudo salirse con la suya tan fácil? Era sabido que la suerte nunca había estado a su favor. Y nunca lo estaría. Pero por un momento lo creyó, por un momento se confió, sólo para darse cuenta después que la preocupada pregunta de Dumbledore por la salud de Laurel sólo había sido una táctica dilatoria hasta que los aurores llegaran para apresarlos a ambos.Severus Snape iba reprochándose todo esto en su apresurada carrera hacia la enfermería, la varita levantada y lista por si alguien quería detenerlo por el camino.
No se dejaría, no estaba dispuesto a que lo separen de su familia. Lo había estado planeando por semanas, sacarlos de su vida le había parecido la mejor opción, pero ahora que se presentaba la posibilidad de estar sin ellos no lo podía tolerar. No soportaría. No resistiría la vida sin ellos.
De un solo hechizo hizo estallar la puerta de la enfermería, sin ánimos de detenerse en sutilezas en un momento donde no podía perder un solo segundo.
Laurel saltó en la cama, apretando contra su cuerpo a Harry que estaba a su lado, mientras sacaba la varita y lo apuntaba; pero al ver que era él se relajó.
-Debemos irnos. Ahora -dijo como toda explicación Severus, tomándola del brazo y ayudándola a levantarse.
No necesitaba decir nada más, sus gestos y expresión le decían claramente a Laurel que las cosas no habían salido como lo querían.
Harry se aferró más a su madre pero tampoco dijo nada, como si sospechara que las preguntas no tenían lugar ahora mismo.
Se dirigieron a la puerta de la enfermería (o lo que quedaba de ella, más bien), frenando en el momento que aparecía Dumbledore y, lo que parecía, la mitad del escuadrón de aurores.
Era demasiado tarde para huir...
-Tantos años de estar buscándolo. De testigos falsos, declaraciones, de callejones sin salida. Tantos años perdidos sólo para que... -Dumbledore suspiró, tan derrotado que los años parecían habérsele caído encima.
-No podíamos saberlo -dijo Minerva, dándole un leve apretón a la mano del hombre -Aún no podemos saber si es verdad.
Severus simplemente se quedó en silencio, sin sumarse a las teorías de los otros dos, tan aturdido por las imágenes que iban llegando a su cabeza de posibles huidas que salían mal. Como lo separaban de Harry y Laurel. Como Harry lo odiaba por mentirle durante años. Viendo como Laurel era humillada por los guardias de la prisión de Azkaban...
No escuchaba realmente lo que Dumbledore y Minerva decían, sólo se había quedado con que la carta que fue interrumpida y vuelta a escribir había sido la de una niña llamada Hannah Abbott.
La carta que creyó que pertenecía a Harry al ver las dos primeras letras del nombre, y que ahora tenía en el bolsillo, arrugada de tanto que la había apretado.
-Pues no hay otra explicación, mi querida Minerva -dijo Dumbledore, tomando tres cartas de la pila que tenía en su escritorio -Hannah Abbott. 17 de Junio -indicó colocando el sobre frente a la mujer -Neville Longbottom. 30 de Julio -depositó el segundo sobre seguido al primero -Mandy Brocklehurst. 2 de Agosto -finalizó, colocando el último sobre en el escritorio, separado de los otros dos por un espacio justo para uno más -El de Harry debería estar aquí.
>Si la pluma hubiera detectado el inconveniente justo en ese momento, -siguió luego de unos segundos, donde sólo tocaba el espacio vacío como si la carta fuera a aparecer de un momento a otro -podría tener una esperanza. Pero lo hizo dos cartas antes. Harry Potter...
Dejó la frase en el aire, no dispuesta a poner sus pensamientos en voz alta, pero era evidente que lo que seguía en esa oración era "está muerto".
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ADA(O)PTARTE
FanfictionLa vida de Severus Snape termina siendo unida a la de Harry Potter de una manera por demás extraña y poco ortodoxa. ¿Quien hubiera creído que llegaría a él como un regalo "para mejorar su humor" en medio de la noche?