Capítulo 21

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   ¿Sería que el estrés había terminado por volverlo loco? ¿O quizás estaban intentando volverlo loco diciéndole algo que no era?

    Severus Snape ya no estaba seguro de nada. Hacía unos días hubiera dicho, sin dudar un mínimo, que realmente era Maca quien lo abordó en el jardín, pero ahora…

   Laurel decía creerle, de todos modos, aun cuando ella misma fue a averiguar qué estaba sucediendo y confirmó que su hermana no había vuelto a la casa desde la mañana temprano, tal como Casia dijo que esa Julia, la guardiana del hogar de los Lilians Evans, le mencionó.

   Lo peor era que, efectivamente, Maca jamás abandonó Ilvermorny desde que llegó, porque se había quedado a ayudar a la cuidadora de los jardines del colegio cuando ésta se lo pidió.

   No era algo de extrañar realmente, según le dijo Laurel. A Maca se le daba bien todo lo que tuviera que ver con plantas y por eso mismo por lo general era la encargada de recolectar los que se necesitaban para las tinturas que utilizaba el esposo de Casia en sus cuadros.

   Lo extraño realmente era, ¿cómo había estado hablando con Severus en el jardín si a la misma hora se encontraba en Ilvermorny con la cuidadora?

   Cuando Laurel le contó a Severus lo que le dijeron Julia y la cuidadora del colegio, aun no se mostró desconfiada de él ni de lo que aseguraba; para ella, si Severus lo había dicho, entonces es que sucedió. Pero él necesitaba confirmarlo por sí mismo, no podía ser que estuviera imaginando cosas, Maca realmente le había hablado, insinuándole saber más de lo que ellos estaban dispuestos a confesar sobre sus secretos.

    En Ilvermorny recibió la misma contestación que Laurel: Maca seguía allí desde que llegó en la mañana con sus hermanas menores y su sobrino.

    Y de eso hacía cuatro días hoy, Maca aun no volvía a la casa.

-Papá –le llamó la atención la pequeña Laurel, trepando a sus rodillas y sacándolo de sus pensamientos que a pesar de llevar horas no le estaban conduciendo a nada.

-Dime –contestó sujetando a la niña firmemente por la espalda cuando ella se echó hacia atrás en esa especie de juego que siempre hacía, como si de esa manera quisiera confirmarse a sí misma que su padre estaba allí para ella.

-Te quiero mucho –dijo inclinándose sobre él para darle un beso en la mejilla.

   Severus la abrazó, olvidándose definitivamente de sus preocupaciones de “estar volviéndose loco”… Aunque en realidad sabía que un poco lo estaba. Confiar su vida en manos de Laurel y sus dos hijos, no podía verse como algo cuerdo realmente.

   La pequeña se separó de él, un mohín muy visible en sus labios. –Debes contestar –recriminó.

-¿Y qué se supone que diga? –Preguntó el hombre, recordando hacia algunos años haber vivido algo similar con Harry. El niño, cuando tenía la misma edad que Laurel ahora, también parecía muy empeñado en “enseñarle” a “expresar” sus sentimientos.

   Aunque él había sido más sutil que su pequeña hermana.

-Harry dijo que te lo había enseñado –indicó frunciendo el ceño –Debes contestar “Yo también te quiero”. Es lo mismo que también debes decirle a mamá. Porque sí amas a mamá, ¿verdad?

   Sí, realmente Harry había sido mucho más sutil, pensó Severus, quien se hubiera reído de la expresión grave en la pequeña,  si la pregunta no hubiera sido tan seria.

-¿Por qué preguntas eso?

  -Nunca le dices a mamá que la quieres –contestó encogiéndose de hombros –Mis tíos se lo dicen a mis tías siempre. Incluso a la tía Artemisa.

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