Capítulo 2

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   ¿Por qué Laurel seguía cargando con el crío? Su maldito regalo para “mejorar su humor”. Tendría que haberlo dejado en la casa para que cuando fueran a averiguar lo que había sucedido lo encontraran y llevaran… donde querían llevarlo. No le importaba.

   Si sus sospechas eran ciertas, el señor Oscuro, la mayor amenaza que tenía el niño, había muerto. Ya no habría de qué temer. Y estaba seguro que los mortífagos (al menos aquellos que pudieran usar algunas de sus neuronas para pensar) no iban a salir a buscar al chico, por precaución o temor de ser encontrados en ese instante, en que muchas personas comenzarían a movilizarse para festejar la derrota de su Señor. Se mantendrían en la oscuridad, esperando el tiempo propicio para cuando todo concluyera, antes de empezar una búsqueda. Si es que querían encontrar algo para retomar aquella vida de miedo y sin gloria que daba Voldemort a los que le seguían y servían.

   Además, ya no había razón para tener al niño allí. Lily ya no estaba para poder llevarlo a ella, y ser el héroe que devolviera a su hijo a sus brazos… Pensar en ella hizo que sintiera más desgarrada su alma de dolor, por lo que decidió empezar a pensar con la mente fría.

-Dumbledore dijo que colocó protecciones en la casa, pronto sabrá lo que sucedió. Si no lo sabe ya –Se levantó del sillón con determinación –Tenemos que ir con él. Le diremos que pasabas por allí poco después de lo que sucedió, que escuchaste llorar al niño entre las ruinas y por eso lo tomaste contigo. Luego tuviste miedo y huiste, viniste a mí porque no sabías qué hacer, y…

-No.

-¿Qué? –Preguntó con el ceño fruncido. No le gustaba cuando lo interrumpían, menos mientras estaba ideando un plan apresuradamente y sobre la marcha.

-Dije que no –repitió Laurel sosteniendo más posesivamente a la criatura entre sus brazos –No le daré el bebé a ese hombre.

-No compliques más las cosas, Laurel –gruño Severus –Ya lo hiciste suficiente.

-Hasta donde lo veo, le salvé la vida a este niño –indicó –Y no pienso dárselo a alguien que supuestamente colocó protecciones en su casa para mantenerlo seguro. Protecciones que yo, prácticamente una squib, logré atravesar. No se lo daré –repitió firmemente.

-¿Y qué pretendes hacer con él? –Preguntó con una ceja alzada – ¿Criarlo tú misma?

   Aunque su parte burlona esperaba ver un dejo de duda o posible desesperación en el rostro de la joven, nada de eso se manifestó, ni siquiera en la mirada.

-Si es necesario, sí –contestó con la misma firmeza –Pero estoy segura que debe tener más familia, o alguien que pueda criarlo y darle cariño. Que pueda protegerlo sobre todo. Lo que no hizo Dumbledore –sentenció.

-Laurel...

-Severus, –lo interrumpió nuevamente –sé que cometí un error. Ahora lo entiendo. Pero déjame repararlo. No puedo dárselo a ese hombre que prometió protegerlo, pero que no lo hizo. Por favor, no me obligues a hacer eso. ¿No te compadeces de un niño? ¿Un niño que acaba de perder a sus padres? Es el hijo de Lily.

-Por su culpa ella murió –exclamó enojado, deseando poder romper todo a su alrededor para sacar la frustración y el dolor que tenía dentro, pero teniendo que contentarse únicamente con tirar su taza casi vacía contra la pared.

   Si no fuera por ese niño, si él no existiera, entonces Lily aun estaría viva. Tal vez no con él, tal vez aun casada con el infeliz de Potter, pero viva, y él hubiese podido seguir viéndola, desde la distancia y en las sombras. ¿Cómo podía pasar eso por alto? El niño era culpable de la muerte de su madre.

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