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Atractivo, así era Paul McCartney de Lennon. Mi amado esposo, tan precioso y gentil e irreparable servicial con cualquier vecino del edificio. A veces no me agradó que lo fuera y siendo con hombres, peor.
Podría pasar horas en verlo dormir contra la almohada mientras le acariciaba su cintura. Posesivo apreté mis dedos en su cadera, solamente pensaba en el instante de ir al trabajo y en cuánto me fuera. Paul metería un centenar de hombres y mujeres en una brutal orgía y se turnarian con él.
Por eso cada día al venir lo cargaría en mis brazos y lo encerraría en la habitación. Y le haría el amor ocho veces seguidas sin parar dejándolo cansado. Vivía en alerta de otros, de que me arrebataran su amor. Miedo de perderlo con alguien que quizás no lo amé con lo hago. Me plantee una hipótesis de que sí no sería mío no sería de nadíen. Puede ser duró, pero de verdad lo amó.
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