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¿Locura? ¿Obsesión? ¿Belleza?
SU CARA, SU PIEL.
Al entrar deje la pistola en el piso, sólo quería verlo. Ver su cara y decirle lo mucho que lo sentía por ser un celoso.
A pasos cortos llegué a la puerta de la habitación.
Antes de abrirla puerta escuche sollozos y la culpa volvía a martillarme.
¡MATALO! ¡Si lo merece! ¡TE DEJARA POR OTRO! ¡ERES UN IMBÉCIL!
La rabia y la ira de volver a escuchar esos pensamientos tan oscuros de mi marido.
Abrí la puerta de un azote asustando a Paul que perecia un conejito acorralado.
Tenía los ojos rojos de tanto llorar.
—. ¡John! Oh dios. Me alegra verte amor, después de lo que pasó me sentí mal por lo que te dije. Tú tienes razón debo hacer lo que tú digas, eres mi marido. — fue abrazarme.
Relaje mis hombros y lo estreche, suspiré.
—. ¿Pero que haces, aquí?
Lo aleje para besar su boca, Paul se dejó llevar a la cama. Nuestra cama. Olvide los celos y la ira, el me había pedido una disculpa. Sabía cuál era su lugar, tal como dijo Cinthya el me debía obediencia.
Su boca, su sabor tan delicioso.
—. Ah, John, a-ahh — bese su cuello suave pero firme.
Su aroma tan dulce me hacía sentir tranquilo.
Paul levantó sus piernas y bajo sus brazos rendido.
Su cara, su cuerpo tenía dueño.
Se lo hice ver esa noche, el sólo podía gemir mi nombre.
Ví su cuerpo agitarse en la octava estocada y perder el tercer orgasmo de la noche. Su pelo negro pegandose en su frente, sus labios abrirse con locura. Hice lo correcto en casarme con él, quizás no tenga paz por cuidarlo. Pero se que sí llega el momento en el que cabe su amor, había una salida y esa era la MUERTE.
SU MUERTE.
MORIRÍA ANTES DE SER DE OTRO.
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