¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Tenía un apetito sexual, mis piernas lo exigían sobretodo cuando miraba a mi dulce maridito encorvado en el árbol sin darse cuenta de mi presencia.
Pobre e infeliz iluso pensó que me había perdido en alguna parte del bosque.
ES TU OPORTUNIDAD. ¡VAMOS!
El dolor me provoco un tropiezo pero rápidamente me sostuve de la copa del árbol haciendo que Paul me mirará.
—. Te gusta hacerlo difícil. ¡TE DÍ UNA ORDEN! Y molesta ver esa expresión de terror cada vez que me vez, y eso mi amado ¡NO ES BUENO!.
Su cuerpecito apenas le cubría, estaba apunto de oscurecer se podía mirar con las nubes cubriendo el último rayo del sol.
—. Muchas veces te defendí de todos. E incluso de mis padres pero ya no puedo seguir contigo.
¡NO! ¡NO!
—. ¡QUÉ!
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—. ¡Uhnn! Abre tus piernitas o te irá peor. Y me importa un maldito carajo ¡ESE INÚTIL BEBE!.
Paul no quería tener sexo conmigo.
Pero luego de lo que exprese con esas crueles palabras no tuvo opción que ceder ante mí.
—. Sí, así — felicité.
Paul cerro sus ojos y estaba seguro que sentía repulsión de mi toque. De mis labios en su cuello y de mis manos tocando su piel, ya no parecía gozar de mis penetraciones.
Por alguna razón me molestó, tanto que me alejé de él dejándolo en la cama y me vestí.
Agarre el hacha que estaba en la mesa con la cual había usado para descuartizar en cuerpo de ese policía y esconder los restos debajo de la tierra.
Y evitar tener pruebas de ese crimen pero a este punto que más daba un asesinato.
Es más lo había disfrutado, de no ser que Paul tenía esperando a mi hijo lo hubiera matado igual o peor.
Ya ni el sexo podía disfrutar por qué se negaba a dármelo por placer.
Me subí al auto buscando a alguien con quién desquitarme de todas las que me ha hecho Paul McCartney.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Y la fortuna me sonrió cuando ví mi siguiente víctima, era bello igual que mi marido.
No sería complicado subirlo a mi auto para llevarlo algún lugar solo y clavarle el hacha en su bella cara.
—. ¡Oh, dios! Que dulce cariño. Estás tan dulce y tú agujero me encanta — dije penetrando su ano.
—. ¡Ah, ah! —. Se movía al ritmo de las sacudidas de los resortes de metal.
Golpeé su próstata y ese punto fue cuando debajo de la cama y mientras el se reponía del orgasmo fue que le clave el hacha en su cabeza matandolo.
Desnudo retire el hacha de su cabeza y con odio desfigure su cara.
En él miré a mi marido. En él miré a ese ser que me embrujo y cautivó desde qué lo miré y del cual empezaba a detestar por su despreció.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.