—. ¿A quién busca? —. Dijo el guardia.
—. A John Lennon. El fue mi marido hace mucho, quiero verlo, por favor. —. Pedí.
El guardia del penal me miró confundido, pero no tenía alternativa Jack había cumplido su promesa y se fue con mi hijo. Necesitaba, que John encontrará a mi hijo. El podía, incluso sí mataba a Jack no me importaba.
—. Ok. Veré sí el quiere verte, espera aquí.
Asentí mientras miraba mis manos que no me dejaban de temblar.
Juré que nunca volvería hacerlo, que nunca buscaría a John de nuevo. Pero no tenía opción, el tenía que ayudarme.
Lo que pareció horas fueron segundos, el guardia del penal volvió.
—. ¿Podré verlo? —. Pregunté.
El asintió en respuestas.
—. Deja todo lo metálico en esta bandeja y acompáñame.
Lo seguí, me llevo a un cuarto pero cuando el abrió la puerta dejándome ver a un hombre de espaldas. Supe, que era él. Su pelo había crecido, de repente sentí que me faltaba el aire, que el cuarto era pequeño. Que lo que estaba haciendo era una locura.
—. Señor Lennon aquí está su ex esposo.
Sentí una opresión tan grande cuando lo dijo, por qué antes era distinto, antes el era lo que me hacía sentir orgulloso de portar su apellido Lennon. Ahora solo era Paul. Dejé de ser Paul de Lennon.
John se giró, y entonces miré un desprecio y también una cara de satisfacción al verme.
No dije nada, pero el guardia salió, no sin antes quitar sus esposas de sus manos. Sentí miedo, pero sí esto servía para traer a John de vuelta lo haría.
—. Perdóname, John. Tenías razón, de todo lo que siempre me dijiste. No quise verlo antes pero ahora lo sé.
El ni me miró, solo sonreía.
—. Ese maridito, tuyo. Se lo llevó, ¿No?. A eso viniste a rogarme para que lo mate y te regrese a mi hijo. ¿Le atiné? —. bufó, —. Hacía un excelente trabajo calentando tus piernas, pero resultó más listo que tú. Te quito a mi hijo. Uhm, siempre supe que una Puta como tú tendría su merecido. Pero sabes que quiero Yo.
Negué.
—. Quiero que sepas, que no voy ayudarte.
—. Por favor, John. Es apenas un niño, por favor.
Suplique.
A pesar que podría matarme no me interesó quería que el viera mi arrepentimiento. Así que me arrodille justamente a dónde estaba sentado, mientras me aferraba a su piernas.
—. Lo sé, crees que no se que mi hijo es idéntico a mí. Al principio pensé, lo mismo que ese imbécil. Pero luego de verlo, la duda desapareció.
—. ¿Verlo? —. Alcé mi vista para encontrar su sonrisa.
—. Obvio, al igual que el niño que esperas. Ambos son míos. ¡Ay, cariño! Pensaste que no pagarías por lo que me hiciste. Durante días lo planee para verte sufrir, el hijo que esperas es mío. Solo mío, esa noche fuiste mío.
Negué varias veces.
—. No, es de Jack. El es el padre. No tú.
—. ¿Que dijiste, pastelito? —. Tiró de mi pelo, mientras me sostenía en sus brazos.
—. Nada, John. Nada. Perdóname.
—. Así me gusta, que seas sumiso a mi voluntad. Sí tan solo fueras así cuando nos casamos otra cosa sería. Aún recuerdo, cuando te hice el amor. Cuando te miré, hasta el día en el que me volví tu títere, un títere de tu belleza.
—. Matalo —. Dije, —. Mata a Jack, y me casare contigo me iré adónde sea pero hazlo.
—. ¡Uy! Sí debes de odiarlo. ¿Que pasó, era tan malo en el sexo? O, su pene no era tan grande para satisfacerte. Eh, bueno siempre supe que tú solo podrías sentir placer conmigo. Te hubieras visto esa noche como cedias ante mí. Cómo tú piel se erizaba en mis manos y en mi boca, al igual que tus pezones se ponían duros cuando los tenía en mi boca.
—. Y lo haré de nuevo. Pero matalo.
—. Ok. Lo haré, pero antes bajate los pantalones.
Asentí mientras me los desabrochaba.
Ahí entre la mesa de ese cuarto y su cuerpo me embistio otra vez. No hubo beso, ni caricias. Nuestras relación aún no estaba bien, pero no importaba cuántas veces saliera y entrara me gustaba su agresividad.
Solo gemí, mientras me enterraba en la mesa, embistiendome y haciendo que el ruido del metal y mis gemidos sonarán tan alto.