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Cortaría su carita, sí eso haría para dejarle ver qué sin ella no era nada. NADA, su cara era lo único de interés para los hombres. Lo sé. Coger con un hombre atractivo y de tendencias femeninas. Paul lo tenía, además de tener un trasero perfecto. Grande y redondo. ¿Pero que sería sin su belleza? Sin ese rostro tan, pero tan hermoso. A nadie le atraería un chico sin belleza. O eso era, debía marcarlo para siempre, que jamás Olvidara su esposo.
Recargue mi espalda en la pared mientras veía una foto de Paul desnudo. Ya hace años, se lo había pedido de regalo de aniversario. Al principio se había negado, porque creía que podría ser algo tan sucio. Sin embargo lo convencí de que sería una salida cuando no estuviera con él. Clavé mis uñas en su bello rostro, así se lo haría a su cara en cuanto pusiera un pie a fuera. Dejándole cicatrices en su cara, ya no me importa sí se divorcia de mí o no. O tal vez podría estragular ese lindo cuellito sí quizás pudiera.
—. Bien pensado, John — Me auto felicité.
Destroce la fotografía de mi marido en mil pedacitos pequeños.
Pensé en varias maneras de hacerlo.
Pero nada podía hacerle mientras estuviera en estos cuatro pilares.
—. ¡SAQUENME DE AQUÍ! — grité pegandome en la pared con la cabeza.
Hice el alboroto que quise y cuando un policía distinto llegó para detenerme se asusto de la que sangre bajaba por mí frente. No era mucha, pero sí la necesaria para solicitar a un paramédico. En cuanto se dió la vuelta y comenzó hablar por la radio sostuve su cabeza le pegue en el concreto, cayó en suelo.
De prisa tome su pistola, y huí antes de que vinieran otros policías.
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