Capitulo 4

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Aborrecía la visitas y por visitas me refería a la gente que le gustaba entrometerse en nuestras vidas

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Aborrecía la visitas y por visitas me refería a la gente que le gustaba entrometerse en nuestras vidas. A muchos les pareció que Paul perdió la lógica cuando se casó conmigo. Era pintor y no tenía nada que ofrecerle y Paul lo conocía a la perfección y aún así se casó conmigo. A mí suegro le pareció una locura y enojado por eso lo desheredo. Dejándolo en la pobreza y me sorprendí cuándo Paul no le afectó ni un poco eso. Vivíamos en un barrio pobre y no teníamos muchas cosas más las que necesarias. Comida y techo dos cosas básicas en la vida.


  — Hola a ti también, John.

  Rodeé los ojos y emití un gruñido ante Jim McCartney el padre de mi marido. Ni siquiera sé por qué había venido a un lugar fuera de su prestigioso categoría. Debía estar en autos lujosos y nadando en su dinero. Arruinó mi día y vaya que luego de la cruda con la cuál amanecí no tenía paciencia.

  — Mi padre vino a invitarnos a la fiesta de compromiso de Mike.

  — ¡Que honor! —. Hablé irónicamente.

  Jim McCartney se escudó en su té y optó por beberlo. Era más que obvio que solo había invitado a Paul y no era realmente bienvenido en aquella celebración. Sin embargo decidí arruinarle su pequeña celebración con mi honorífica presencia.

  — Gracias suegro.

   Agradecí y Jim comenzó a toser el té deliberadamente escupiendo el líquido. Paul fue ayudarlo palmeandole la espalda y sin embargo seguía tosiendo. Acerté en arruinarle su día. El había arruinado el mío era justo aparte sería un extra sí se moría el anciano.

  — ¿Estás bien? —. Le pregunto, Paul a su padre.

  — Sí. Hijo, no te preocupes por mí cariño.

  Luego Jim reviso el lugar en dónde vivíamos y con una mueca de disgusto tomó su abrigo caro y salió por la puerta de madera. Conocía su pensar aristocrata sobre nuestra vivienda. Pensaría que no proveía a nuestro nido de amor y llenaba de lujos estravagantes a su primogénito. Necesitaba ver a cynthia. Al menos ella si me entendía y podía escucharme por horas. A veces me arrepentía de haberlo conocido así no lidiariá con su estúpida familia y su maldito apellido de alcurnia.

  — ¡JOHN! ¡¿A DÓNDE VAS?!.

  Vocifero Paul detrás de la puerta pero continúe el andar.

  Vocifero Paul detrás de la puerta pero continúe el andar

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