Capítulo tres.
La pelea
ADELA
Nuevo día, mamá y papá ya estaban en casa cuando regresé de mi recorrido por partes del pueblo. No tenían buena cara, pero no quise preguntar nada al respecto, ellos siempre me dicen que no debo meterme en cosas que no me importan. Después de todo ellos me importan y quiero saber lo que les pasa, pero tampoco quiero problemas.
Me levanté de la cama alejando los pensamientos de mi cabeza, me miré al espejo mi cabello estaba recogido en un chongo. Mi pijama de dora la exploradora. Soy demasiado infantil, no es necesario que me lo digan.
Me metí al baño, me quité toda la ropa que tenía para meterme en la ducha, el agua fría hizo contacto con mi piel—que también estaba fría—. Estos días ha habido mucho calor, pero algo raro que mi piel siempre esta helada, incluso cuando hago entrenamientos de fútbol y sudo mucho, mi piel sigue fría.
Retiro algunos cabellos que tengo en mi cara, el chongo estaba amarrado con un poco de mi cabello. Sin duda lo tengo enredado, envidio a esas personas que tienen su cabellera tan hermosa y que parece estar sacadas de revistas, no tienen ningún nudo, brilla. En cambio, el mío es todo lo contrario, no es que no me gusta peinarlo, más bien es porque no quiero que otro cepillo se quede trabado.
Al terminar de bañarme, me enrollo la toalla en el cabello y otra a mi alrededor. Salgo del baño, tengo en la cama la ropa que utilizaré, es el mismo estilo de siempre. La sudadera grande, el pantalón holgado, los tenis blancos y la ropa interior. Nada fuera de lo común.
Antes me gustaba usar vestidos, pero ahora ya no me llama tanto la atención. Supongo que es la madurez, además no a todos les gusta lo mismo.
Bajo las escaleras cuando estoy vestida, mi cabello aún esta mojado y lo llevó suelto. En mi mano esta una liga para luego amarrarlo. Mamá y papá están comiendo en silencio, no me sorprende.
—¡Buenos días!—saludo pero no obtengo respuesta. Ruedo los ojos mientras busco una galleta, ese suele ser mi desayuno, no es la gran cosa.
Encuentro una galleta salada y una de chocolate. ¿Salada o dulce? ¿o mejor porque no la dos? Guardo una de las galletas en la mochila y la otra me la empiezo a comer, saco mi celular y me pongo a ver redes sociales.
Qué raro. Los chicos de tercero están colocando en sus historias de Instagram, un 1-0, no recuerdo que hoy allá partido. Sigo viendo las siguientes historias y están igual otras dicen pelea, pelea, eso, no te dejes ganar.
Como no entiendo una mierda, decido ir a la escuela. Me despido de mis padres, pero ninguno de los me contesta la despedida, siguen callados mientras ven en el mismo periódico de hace tantos años.
Los vecinos me saludan otra vez, les devuelvo el saludo, no veo a nadie de la escuela. Ya todos están en clase, otra cosa rara, pues mis compañeros de grado no son tan puntuales, además aún faltan 15 minutos para la entrada.
Sigo caminado mientras le doy mordiscos a la galleta salada que encontré en la cocina. La de chocolate la guardé para el almuerzo en la escuela. O para alguna clase que me aburra, por ejemplo, matemáticas.
Cuando llegué a la escuela, los del primer piso me saludaron a toda prisa. Alce los hombros, trate de preguntarle a alguien que era lo que pasaba pero ninguno me respondía. Genial ahora soy invisible para estos tarados.
Veo que el director del segundo piso baja las escaleras y atrás de él están los maestros de matemáticas, ciencia, historia, lenguaje y música. No desaprovecho la oportunidad y me coloco enfrente de ellos para preguntar lo que sucede.
—Perdón, pero ¿qué está pasando? ¿por qué todos están apurados?
—Hay una pelea en el campo de fútbol...—mis ojos se abren como platos y no espero otra respuesta de alguno de ellos, por que salgo corriendo en dirección al campo.
Cuando llego al campo todos los estudiantes de primero, segundo y tercero están ahí, algunos se encuentran con sus celulares grabando y otros sólo estan disfrutando. Pido permiso entre la gente hasta llegar al centro del campo. Mi boca se abrió lo más que pudo, pues las que estaban peleando eran nada más y nada menos, que Chiara y Ximena.
Ximena venía siendo una de las populares de la escuela, si bien no tuvimos un buen comienzo con ella, el que estuviera peleando con mi mejor amiga eso era otro nivel. Además, Chiara no era reconocida por meterse en problemas, mucho menos en peleas de este tipo.
—Eres una perra—le gritó Ximena a Chiara. Al otro extremo estaban Daniel y Veck, los cuales estaban igual de sorprendidos que mi persona.
En un movimiento rápido empecé a correr hacia el otro extremo hasta estar con los dos chicos.
—Me pueden explicar ¿Por qué están peleando?—pregunté cuando estuve en frente de ellos.
—Los padres de Chiara—respondieron los dos al mismo tiempo.
Ahora tenía sentido, los padres de Chiara eran las personas más despreciables que alguien podía conocer, abusaron de mi mejor amiga, nunca la han querido. Y por eso le molesta que hablen sobre sus padres como si los conocieran desde la eternidad. Le molesta que la comparen con ella o que le digan que ellos son mejores que Chiara y es entendible.
—¿Yo? ¡Mira quién lo dice! La que tiene sexo con todos los chicos de este instituto—le gritó Chiara a Ximena. Mi amiga no era de esas personas que quieren saber todos los chismes de la escuela, pero cómo es la callada, la inteligente, la nerd, escucha y ve cosas que otros no. Ser educada e invisible tiene sus ventajas.
Pude notar la impresión como decepción en la cara de Javier, él era el novio de Ximena. El pobre no tenía ni la más mínima idea que su novia fuera una tanga fácil. Le dolió el saberlo y más le dolió enterarse de esa manera.
—Ahora sí—Ximena agarró del pelo a Chiara. Con mis dos amigos nos metimos en la pelea y las separamos, Ximena quedó algo alejada de nuestra amiga, quién de estaba acomodando su cabello rubio.
—¡Cálmate!—le grité yo esta vez, las respiraciones de las dos chicas eran rápidas, ambas estaban molestas y querían destruirse una a la otra.
—¡Tú no te metas huérfana!—¿huérfana? En serio, de todas las maneras que pudo insultarme se le ocurrió decir eso, sinceramente ahora me vale una mierda si el insulto es bueno o es malo.
—Es mi mejor amiga, estúpida—digo sonando lo más sarcástica posible, pero como si no le fuera poco, ella me agarró del pelo a mí.
Empezó a mover mi cabeza, sin que ella se diera cuenta le lancé una patada a su estómago para que me soltara, y así fue. Los profesores no hacían nada para calmar el ambiente que se estaba formando, más bien estaban apostando sobre quién ganaría la pelea. ¿Qué clase de maestros tengo?
Ximena se recuperó después de algunos segundos, recuperó el aire perdido y volvió a su posición. Quería pelear, bien, vamos a pelear.
Ella salió corriendo en mi dirección para ganar velocidad y así darme un golpe, fui más rápida que ella, la agarré del brazo y le di una vuelta de 360° grados. Cayó al piso con una mueca en su cara, ese golpe dejaría un moretón.
Ella pareció no rendirse, esta vez fue más rápida que yo, dio una vuelta en el suelo y con sus dos piernas enredó las mías y caí al suelo también, sin darnos cuenta y sin buscarlo, todos estábamos metidos en una pelea.
—Acabemos con esto—susurre poniéndome de pie, Ximena hizo lo mismo e intento darme una patada, pero coloqué mis manos en puño y con unos reflejos impresionantes, la patada fue a dar a mis muñecas impidiendo el golpe en mis costillas.
Ella intentó darme dos puños, lanzó el primero con la mano izquierda, pero coloqué mi brazo derecho deteniendo su golpe, deje atrapado el brazo con el mío, luego ella quiso darme otro golpe, lanzó el segundo con su mano derecha pero nuevamente coloque mi brazo, esta vez fue el izquierdo. Al tener los dos brazos de Ximena atrapados, le lancé un golpe con la rodilla a su estómago, sacándole el aire por segunda vez.
Ella se medió agachó, tapó su estómago con ambas manos, aproveché para cerrar mis puños, con impulso levanté mi pierna derecha y le di en la parte de la cabeza, ganando la pelea.
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Elementos [#1] ✔️
Science FictionEllos no eran normales. Ellos no tenían ni idea de lo que pasaba. Confiaron en personas que no debieron confiar. Amaron a personas que no debieron amar. Pelearon como si no hubiera un mañana. Perdieron como humanos. Ganaron como Guerreros. Aquí nada...