32. Engaño

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Capítulo Treinta y dos 

Engaño

ADELA

Poco a poco fui abriendo mis ojos, la luz me golpeo demasiado rápido en cuanto abrí uno de mis ojo. Tuve que acostumbrarme a ese brillo tan potente y fue ahí cuando abrí por completo mis dos ojos color café.

Lo primero que vi fueron unas barrotes, asustada giré mi cabeza y me encontré con mis dos manos amarradas a uno de los barrotes, mis pies estaban igual a diferencia que había un aura color morado alrededor de ellos. 

¿Dónde carajos estaba?

Entonces la voz que no quería escuchar, hablo.

—Pero miren, ya despertó la bella durmiente—Sam caminaba de un lado a otro con una sonrisa victoriosa en sus labios, iba vestido de una manera diferente, ahora llevaba un estilo de traje como si fuera de policía color negro, me sorprendí al ver un piercing en su labio inferior.

Eso no estaba ahí.

Se acerco un poco, es cuando pude darme cuenta que estaba flotando, Sam era alto, pero por la altura en la que me encontraba podía alcanzar su altura. 

—Tan inocente y tan indefensa, tal cual te recordaba—La diversión en sus ojos era muy notable, de sus labios nunca se quitaba esa sonrisa.

—¿Que estás haciendo? ¿Por qué demonios me trajiste aquí?

—Siempre tan curiosa, ¿no puedes evitarlo?, ella no se confundió cuando me dijo como eras ahora.

—¿De que carajos hablas?

—Tú y tus amigos le deben algo a ella, y necesita que lo paguen—cada vez entendía menos—, mira que me imagine cualquier cosa, menos que tú fueras uno de ellos, que pequeño es el mundo ¿No?

—¿Eh?

—Y dime Adela, ¿que le hiciste para que quiera vengarse?

—Para tu tren, no estoy entendiendo una mierda lo que dices.

—Oh claro, que estúpido soy... se me olvido comentarte que ya se tu pequeño secreto.

Levanté una ceja:—¿Que secreto?

—Por dios Adela, deja de hacerte la tonta, tu y yo sabemos de que secretos hablamos—dice—el secreto que tienes Hydrokinesis.

Oh mierda.

Antes de que yo pudiera responderle, en frente de mí apareció una pantalla digital mostrando vídeos en donde estoy usando mis poderes, cuando comenzamos a descubrirlos en el bosque, cuando hice aquella broma en el instituto.

La pantalla desapareció y Sam chasqueó su lengua.

—Ahí tienes un pequeño recuerdito de tu gran secreto.

Cerré los ojos y suspiré con frustración.

—¿Por qué haces esto? ¿Violet te está obligando? 

El ríe:—Al fin hablas en nuestro idioma, querida Adela—engancha más su sonrisa—, y respondiendo a tu pregunta, no, ella no me obliga.

—Tu no eras así.

—Lo acabas de decir muy claro, yo no ERA así, ahora soy alguien nuevo, una nueva persona, más inteligente y...—lo interrumpo.

—Estúpido, pendejo, idiota, machista y para colmo ingenuo —enuncio con una sonrisa en mis labios.

Su sonrisa desaparece y es sustituida por una mueca de desagrado. Mueve una de sus manos, los barrotes parecen desaparecer y mi cuerpo se mueve para estar más cerca de él, siento como ya no estoy flotando mucho como antes.

—Aquí la única ingenua eres tú, tú al creer que puedes vencerla..—dijo pasando un mechón de mi cabello atrás de mi oreja, quería mover mis manos pero era imposible.

—Yo no creo que pueda vencerla—antes de que haga su sonrisa más grande continuo hablando con mi tono de voz serio—, estoy segura que puedo vencerla.

Pensé que iba a reírse pero no fue así, volvió a su semblante serio, nuevamente movió una de sus manos y mi cuerpo se volvió a elevar, poco después se fue para atrás con una velocidad muy grande, tanto fue así que me golpee mi cabeza con uno de los barrotes. Genial, había vuelto a esta jaula.

Lo que ahora me preocupaba eran mis amigos, si Sam trabajaba para Violet y nos había seguido y sabía mi secreto, también sabía el secreto de ellos y temía que les hiciera algo, se que se van a preocupar, tuve que pedirle a Daniel que me acompañará, aunque quizá hubiera sido peor si eso pasaba.

De cualquier manera él estaba en peligro, no solo él, también Chiara y Veck.

Las palabras de mi abuelo llegaban a mi cabeza, todo lo que dijo sobre el poder que yo poseía, el poder que podía desatar.

Pero también recordé lo dijo.

Tu poder puede salvarte o matarte.

Si me iba de aquí las cosas serían peor, no solo para mí, si no que también para los chicos y los padres que siguen desaparecidos.

Entonces me concentré en el sonido del lugar, no era completo silencio.

Podía escuchar voces que suplicaban, se escuchaban como un susurro.

Comprendí que aquí tenían a los padres, también a mis padres adoptivos.

Tenía que hacer algo, pero no sabía que.

Me sentía inútil.

Elementos [#1] ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora