✨Extra✨

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El gran día había llegado. 

Unos días después del cumpleaños de Joaquín, la pareja ya tenía todo listo para poder contraer matrimonio por fin. 

¡Ah! Pero al tonto de Emilio se le olvidó recoger los anillos el día anterior. 

Y ya iba diecisiete minutos tarde. 

El futuro Osorio no podía estar más nervioso, mordía sus uñas en señal de ansiedad. Al notar eso, una de las pertenencientes al grupo de las damas de honor se acercó a él. 

—Hey... —alejó su mano, para que dejara de morderse. —No estés así, él vendrá. 

—P-Pero... Ha pasado rato, debería estar aquí hace media hora, ¿y si se arrepintió? 

—Joaquin... Cuatro de nosotras estuvo con él hace dos horas. Créeme, está igual o más emocionado que tú. —le sonrió, y arregló un poco su cabello. 

—¿Y por qué no está aquí, Daniella? ¡Se supone que él sería el primero en llegar! 

—Tampoco te fíes mucho de la puntualidad de Emilio. También se suponía que iría por mí a las siete. Y tuve que venir con todos en el micro jalando mi vestido. —comenta Agostina, arreglando un poco el vestido de Milena. 

—Está muy ajustado, Agos... —se queja esta última, haciendo un puchero. 

De repente, una chica se acerca a ellos corriendo, o eso intentaba, correr con tacones y vestido  que no era lo suyo. 

—¿¡Dónde coño está Emilio!? ¡El padre tiene otra misa después, no puede perder más tiempo! 

—¡Bananieh, cinco minutos más, él vendrá! 

—El padre ya está perdiendo la paciencia, Joaco. Si en cinco minutos no viene, no puedo hacer nada para convencer al padre de otro cinco más. 

—¡Dile de mi parte que se meta su otra misa por dónde le quepa! ¡Ésta boda se va a hacer sí o sí! —grita Valentina y se recoge el vestido para salir de la iglesia. 

—¿¡A dónde crees que vas, Val!? —reclama Kate, ya no podían perder más tiempo. 

—¡Voy a buscar a Emilio, y cuándo lo vea le voy a cortar el-...! 

Todos jadearon sorprendidos al ver a Emilio llegar en un Uber. Le pagó rápidamente al conductor, y bajó literalmente corriendo. 

—¡Ve a tu puesto antes de que te corte las bolas, Emilio Osorio! —le refunfuña Val, poniéndose en la fila y tomando su ramo de flores para poder entrar de una vez. 

La música comenzó a sonar y todos, literalmente tODOS, ASÍ QUE USTEDES TAMBIÉN SUSPIREN, suspiraron aliviados de que el peliazul había llegado por fin. 

Y el padre comenzó de una vez. 

Bueno, supongo que todos ya saben cómo va la cosa y bla bla bla. 

Al punto, coño. 

—¡Ivy, espabila y lleva los anillos! —le grita en un susurro Mel, la chica estaba tan embobada mirando todo con mucha ternura, que no se dio cuenta que ya debía subir con las argollas. 

Se apresuró a subir los escalones con cuidado, y entregar los anillos con una pequeña sonrisa, que fue correspondida por Emilio y Joaquín. 

Sí, mamona, el Emiliaco te sonrió, pUEDES ALEJAR TU CUCHILLO DE MI CUELLO. 

—Joaquín Bondoni, ¿aceptas a Emilio Osorio cómo tu esposo, y aceptas amarlo y respetarlo en la salud y la enfermedad hasta que la muerte los separe? 

—Acepto. —sonríe y le coloca el anillo, sintiendo su corazón aumentar el bombeo de la sangre a cada vez más velocidad. 

—Emilio Osorio, ¿aceptas a Joaquín Bondoni cómo tu esposo, y aceptas amarlo y respetarlo en la salud y la enfermedad hasta que la muerte los separe? 

—Ni siquiera la muerte podrá separarnos. 

Y después de colocarle rápidamente el anillo, lo toma de la cintura para poder besarlo de una vez. 

Y las ocho damas de honor podían pasar desapercibidas cómo la fuente del parque. 

♥ 

—¡Joaquín! ¡Quiero presentarte a alguien! —Melany toma su muñeca y lo lleva consigo hasta una mesa, dónde un chico está sentado. —Joaco, él es Bruno, mi novio. —lo presenta, riendo cómo si de una travesura se tratara. 

—¿Tu novio? ¿Desde cuándo tú...? ¡No, no me respondas! Hola, soy Joaquín, es un placer. —ofrece su mano, la cual es tomada por el otro. 

—Soy Bruno. Espero que no seas el típico amigo al que tengo que impresionar. —presiona sus labios, conteniendo una risa. 

—Oh, no. Ese es Emilio. 

Y Melany y Joaquín rieron al ver la cara que puso el castaño. 

—¡Joaco, ven, hagamos un brindis! —le llama su, ahora, esposo. 

—Tengo que irme, ¡gracias por venir, eh! 

Joaquín se apresura a tomar su copa de vino y se paró al lado del mayor, quién después de besar su mejilla, llamó la atención de todos. 

—Joaquín y yo les agradecemos que todos ustedes puedan estar aquí hoy. No creímos que vendría tanta gente, ¡hasta las familias que estaban en la boda de Camilo y Ethan vinieron! ¡Holaaa! —agitó su mano, y los otros le respondieron el saludo con la misma emoción, y un poco de vergüenza. —Cómo toda pareja, hemos pasado por muchas cosas... Algunas buenas y otras malas. Pero hey, aquí estamos. —ríe, y toma la mano libre del menor.  —Quiero decirte que eres lo mejor que me ha pasado, Joaquin, —prosigue. —y aunque no nos conocimos en las mejores circunstancias, puedo jurar que nunca me arrepentiré de que me hayas saludado ese día. Me gustaría hacer un brindis... —eleva un poco su copa. —Brindo por todos nosotros. Por que tengamos una vida alegre y fuera de preocupaciones. Brindo por mi esposo, por Luciana, y por las madrinas y las damas de honor que de seguro quieren jalarme de los pelos ahora mismo. —todos ríen. —¡Salud!  Después de todo, nada podía malir sal.         

Digo, salir mal.

Boyfriend #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora