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Joaquín y Emilio estaban en el carro, de camino al restaurante que habían reservado horas atrás. 

Había algo, demasiado, de tráfico. Era lunes, así que todo estaba lleno. Tuvieron mucha suerte al poder reservar un lugar.  Apenas llegan, Emilio baja del auto y lo rodea rápidamente para abrirle la puerta a su prometido. 

También aprovechó de darle una nalgada. 

Los modales hacen al hombre. 

Una señorita los recibe, y al decirle sus apellidos, los lleva a su mesa. 

Una vez sentados, Emilio pregunta: 

—¿Te gusta? 

—¿Tú o el restaurante? Porque debo decir que tú no estás nada mal. —sonríe. 

—El restaurante, tontito. Ya sé que te encanto. —le guiña un ojo. 

Una de las razones por las que a Joaquín le gustaba tanto Emilio, era que podía ser él mismo cuándo estaba junto a él. Se sentía tan cómodo a su lado. 

—Buenas noches, soy Diana, y seré su mesera ésta noche. —habla con un español algo mal pronunciado, haciendo una reverencia. —Aquí tienen la carta, vendré en unos minutos para tomar su orden. —les entrega la carta a cada uno, y sonríe, para luego retirarse. 

—¿Puedo pedir toda la carta? Se ve tan delicioso todo. —Joaquín hace un pequeño puchero. 

—Puedes, sí, pero no lo terminarás, así que confórmate con un plato y el postre. —ríe Emilio, acariciando suavemente la mejilla de su novio. 

Éste cerró los ojos ante el contacto, amaba sentir la piel del pelirrojo chocar contra la suya. Era una sensación indescriptible. 

A unos metros de ellos, se encontraba la mesera, mirando a la pareja, completamente embobada. 

Su compañero le dio un empujón, y se apresuró a llevar la orden a la mesa siete. 

Debía dejar de espiar parejas gays. Urgentemente. 

♥ 

Detrás del restaurante, había un gran jardín con un lago. Emilio preguntó si podían pasar, y Diana, sabiendo que no podía darles autorización, les dijo que sí.  eS QUE ELLOS ERAN MUY LINDOS. 

Bueno, Joaquín abrió la puerta de cristal, muy emocionado. Y tomó la mano del mayor, para que le siguiera el paso. 

Se sentaron en el césped, frente al agua.  Joaquín apoyó su cabeza en el hombro del mayor, quién lo abrazó por los hombros. 

Tremenda imagen mental, a que sí. 

—Te amo, Emilio, mucho más de lo que te imaginas. Realmente no sé qué haría sin ti. Supongo que estaría reprobando todo y aún viviendo con mis padres. —sonríe. 

—Yo te amo mucho más, Joaquín. 

Y después de mirarse un momento, procedieron a besarse suavemente.  Nada podría arruinar la, casi, perfecta relación que tenían. No dejarían que nadie la arruine. 

Tendrían que pasar por Emilio primero.                                     

¡Fin!









































Quedan extras y una sorpresa

Boyfriend #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora