08

3.5K 422 50
                                    

4/5

Ambos chicos yacían sentados en sus lugares. Habían partido hace máximo cuarenta y siete minutos, disfrutando la compañía del otro. 

Estaban por las afueras de Busán, ciudad en la que ambos viven actualmente. Emilio le había cedido la ventana a su novio para que éste pudiera ver el paisaje. 

— Amor, iré al baño. 

— Sí, Hyung. No demores — puchereó. 

— No lo haré. — aseguró, para luego dejar un casto beso en los labios de su pareja. 

Joaquín observó como Emilio se dirigía a los servicios, para luego desaparecer por la puerta del mismo. 

Suspiró agotado. Debería tomar una siesta después del día ajetreado que había tenido. 

A las justas había podido ducharse con muñeca rota y todo. Ahora pasaría su fin de semana con la condenada férula. 

Un buen día, sin duda. 

Pero mirando por el lado bueno, la pasaría con su novio. Eso era suficiente.  Estaba tan cansado, que ni se dio cuenta cuando todo se volvió negro. 

•Π• 

— Cariño, ¿no quieres...? — sus palabras quedaron al aire al ver a Joaquín dormido. Sin duda la mejor de las vistas.  Sonrió completamente enamorado. 

Se sentó y tomó la mano sana de su pequeño entre las suyas, para luego recostar su cabeza en el asiento.  Suspiró. 

Joaquin había pasado por mucho ese día. Prefería mil veces que él hubiera salido lastimado, y no Bondoni. No le gustaba para nada verlo en ese estado. 

Todo por el maldito juego. 

•Π• 

— Joaquín... Bebé... Despierta... 

Se frotó los ojos, con la intensión de aclarar su vista. 

— ¿Hyung? — murmuró. 

— Mi amor, ya llegamos. Anda, levántate. 

Emilio apoyó su mano derecha en el portavasos del asiento para poder levantarse. Pero se acordó de su muñeca. 

— Maldición... — susurró por lo bajo. 

— Ven, déjame ayudarte. 

Su novio lo tomó de la cintura, así ayudándolo a levantarse. Cuando lo hizo, quedaron muy cerca. 

Sonrieron. 

Emilio besó castamente los labios de su dongsaeng. 

— ¿Vamos?  

El contrario asintió. 

Bajaron del tren con sus maletas ya en mano. 

— ¡Emilio! ¡Joaquín! 

— ¿Ethan Hyung? 

— ¡Mis bebés! ¿Cómo han estado? ¿Todo bien? ¿Ya comieron? Por supuesto que no comieron, vamos a mi casa, los alimentaré para que no adelgacen mucho. — tomó la mano derecha de Joaquín, pero sintió un objeto de metal en éste. Además de que el mencionado soltó un pequeño gemido de dolor. 

— Hyung, lo lastimas. — gruñó el azabache. 

— ¡Dios! ¿¡Qué te pasó en la muñeca!? 

— Lo hice tropezar y él... 

Ethan le dio un golpe en la nuca. 

— ¿¡Por qué hiciste eso!? — chilló indignado. 

— Por pendejo. Vámonos, Joaco, no te juntes con ésta chusma. — tomó la única maleta que llevaba el pelirrojo y caminó hasta el auto. 

— ¿Estás bien? — el menor asintió.  Subieron al carro del pelinegro. Ambos mayores fueron en la parte de adelante y Bondoni tuvo que sentarse atrás. 

— ¿Y bueno? ¿Cómo van las clases, Joaquín? 

— Muchos tipos quieren pasarse de listos. — refunfuñó. 

— Tú sólo dales en dónde más les duele. — le guiñó un ojo.

— Además, ellos saben que tienes novio, ¿verdad? 

Silencio. 

— ¡EMILIO OSORIO DIME QUE NO OLVIDASTE PRESUMIR A TREMENDO MONUMENTO QUE TIENES DE NOVIO! 

— ¡No quiero que le hagan daño! ¿¡De acuerdo!? — se defendió. 

— ¿Daño? ¿Por qué le harían daño? 

— Últimamente las personas son muy envidiosas, no quiero que le pase nada. — se cruzó de brazos. 

— Si bueno, sólo cuídalo mucho. 

— No debes decirme cómo tratar a mi novio, Hyung. 

— Es mi bebé, así que o lo cuidas, o Emilio Junior sufrirá las consecuencias. 

— Ya había olvidado porqué no te visitamos más seguido. 

Joaquín rió por las ocurrencias de sus Hyung's.

•Π• 

— ¿Chicos? ¡Ya están aquí! — Camilo se acercó a ellos y le dio un gran abrazo a cada uno. 

A su novio le dio un beso. 

— Espero que nos hayan acomodado una habitación. Porque estoy muy cansado y sólo puedo pensar en dormir junto a Joaquín. — abrazó a su novio por los hombros. 

— Oh, sí. Segunda habitación a la izquierda. Los despertaremos para la cena. — indicó Cam. 

— Gracias, Camilo y Ethan  Hyung. — el menor les sonrió y levantó su maleta. 

Al llegar a la habitación, ambos se echaron en la cama dispuestos a dormir un rato. 

Después de todo, su día había sido suficiente para ambos.

Boyfriend #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora