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Cuando Camilo y Ethan entraron por esa puerta, supieron que algo andaba mal al instante. 

Emilio no les reclamaba por llegar así nada más, y Joaquín no se había sentado en el regazo de su novio cómo siempre. 

Habían veces en las que peleaban, pero casi a la hora ya estaban bien. 

Bueno pues... Ya había pasado toda la mañana y parte de la tarde. 

— Escuchen, no se qué pasa entre ustedes, pero necesito que lo solucionen ya, tenemos un problema más grave. — dice Cam, levantándose para ir al cuarto dónde normalmente se quedaban. 

— Iremos a dejar nuestras cosas, por favor, hablen, ¿sí? 

Una vez los mayores se retiran, la sala queda en un silencio sepulcral. 

Ninguno de los dos sabe qué decir, o por dónde empezar. Ni siquiera saben porqué están así en primer lugar. 

— Emi, realmente no sé porqué estamos así, no es que haya dicho algo que no sepas desde antes ya. 

— Bondoni, por favor ya basta. Ese tema ya lo habíamos dejado en el olvido. 

— Claro. En el olvido. Y si tan olvidado lo tienes, Osorio, ¿por qué te rayas cada vez que te dejo en claro, que el mal novio aquí, soy yo? 

Hablan calmadamente, no tienen ninguna intención de levantarse la voz, a menos de que uno pierda la cordura.

— Es que tú no eres ningún mal novio, Bondoni, eres la persona más sincera que he conocido en la vida. 

— ¿Y si soy tan sincero por qué jodidos no me acerqué a ti sin tener que pasar por algún reto? 

— Es tu actitud de mierda la que me jode a cada rato, Bondoni. Te digo que ya te perdoné eso hace años, y tú sigues con lo mismo. 

— ¿¡Y si es mi actitud de mierda lo que está mal, porqué coño no terminas conmigo de una puta vez!? — se levanta del sillón, comenzando a levantar la voz. 

— ¿Eso quieres, que termine contigo? — le mira a los ojos. 

Sin embargo, Joaquín aparta la mirada. — Si tanto te molesto, pues sí, termina conmigo ahora. 

— Mírame a los ojos, y dime que quieres que termine contigo. Lo aceptaré, y se habrá acabado. 

Pasan unos segundos, el castaño sigue mirando al suelo, pero de un momento a otro, lágrimas comienzan a bajar por sus mejillas hasta terminar en la misma superficie de cemento. 

Emilio suspira, y se acerca para abrazarlo con fuerza.  El menor se aferra a su chaqueta, comenzando a soltar hipidos descontroladamente.

— Ya, Joaquin, no terminaré contigo, tranquilo. 

Deja caricias en su cabello y se aleja un poco para secar sus lágrimas, que son reemplazadas por unas nuevas.

— S-Siento que todo haya c-comenzado así... No era m-mi intención lastimarte c-con ese reto... Lo si-siento... — se disculpa con algo de dificultad. 

— Está bien, estás perdonado, ya deja de llorar, ¿va? — besa su mejilla y vuelve a abrazarlo. 

Si bien ya habían tenido esa conversación hace un par de años, el menor siempre se lamentaba por haberse acercado así en primer lugar. 

Si no hubieran hablado hace tiempo las cosas, probablemente habrían terminado y no estarían juntos el día de hoy. 

Pero siempre es bueno escuchar las excusas de alguien, siempre y cuando sean ciertas, ¿verdad?

Boyfriend #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora