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Emilio se encontraba esperando a Joaquín en la esquina que acordaron. 

Vio como algunas personas con su mismo uniforme ya iban regresando a sus casas, así que supuso que su novio ya estaba por llegar. 

Y no se equivocó, pues pronto divisó al pelirrojo yendo a su dirección. 

Emilio entró al restaurante al asegurarse que el menor venía sano y salvo. 

Se sentó en una de las mesas del lugar, siendo fácil verlo desde la puerta para Bondoni. 

— Hola, cariño. 

— Hola, Mailo Hyung. 

El azabache se levantó para poder darle un beso a su novio, sin embargo, éste se apartó levemente. 

— No quiero que me beses hasta que pueda lavarme la boca unas 50 veces. — rió Joaquin. 

— Pero yo quiero besarte. — hizo un puchero. 

— Pues tendrás que esperar a que llegue a casa. — respondió, sacándole la lengua infantilmente. 

Ambos se sentaron en la mesa, y llamaron a un mesero para que pudieran ordenar lo que desearan. 

— Bienvenidos, ¿qué van a ordenar? 

— Yo quiero una tarta de fresa con una malteada del mismo sabor, por favor. — pidió Joaquín. 

— De acuerdo, ¿y usted? — se dirigió a Emilio. 

— Una torta de café y un café negro. 

— Está bien, en unos minutos les traigo su pedido. — hizo una pequeña reverencia. 

Joaquín agradeció y luego fijó su vista en su novio. 

— Hyung, no te costaría nada ser un poco amable, ¿lo sabías, verdad? — sonrió. 

— ¿Por qué debería? De todas formas, atendernos es su trabajo. — se encogió de hombros. 

— Aún así, las personas merecemos un poco de empatía, Hyung. 

— Tonterías. Solo tú te meceres ese trato de mi parte, bebé. 

— Pero Hyung... 

— Solo tú demostraste no ser un hipócrita conmigo, Joaquín. Así que no me pidas hacer algo que definitivamente no haré. 

— Emilio, sabes muy bien que no me gusta que te pongas en ese plan. Yo solo trato de ayud... 

— No te pedí tu ayuda, Bondoni. 

El mencionado suspiró, sabía que si el mayor le llamaba por su nombre o apellido era porque comenzaba a molestarse. 

Y tampoco estuvo muy lejos, pues el azabache se levantó insinuando que había perdido el apetito. 

Jodida mierda. 

•‡• 

El menor tuvo que cancelar el pedido antes de ir a su casa. Esta vez, había ido a la casa de su madre, pues estando peleados no podría estar en el mismo lugar que su novio. 

Estaba esperando a que Emilio diera señales de vida y se disculpara con él. Aunque debía aceptar que él también tenía parte de la culpa. 

El mayor tiempo que se la habían pasado peleados era de una hora. Pues siempre alguno de los dos tenía que aparecer arrepentido en el cuarto del otro.  Faltaban unos 5 minutos para que se cumpliera la hora, ¿en serio el mayor no iba a pasar a disculparse?

Decidido a ir donde su novio tomó su chaqueta y sus llaves. Salió de su casa y cruzó la calle para tomar el autobús. 

Al ver que ningún transporte llegaba, se dispuso a correr, pero al dar la vuelta, chocó con alguien. 

— ¿Bebé?

Joaquín subió la mirada y se encontró con su lindo novio. 

— ¡Mailo Hyung! — respondió, abrazándolo. 

Pronto sintió como Emilio le respondía el abrazo. 

— Cariño, perdoname por ser un idiota. 

— No te preocupes, yo no debí insistir. 

Y ambos unieron sus labios. 

Entonces se completó la hora, con ambos reconciliados. Definitivamente nunca aguantarían estar más tiempo peleados. 

— ¿Vamos por un helado, bebé? 

— Está bien. 

Se tomaron de las manos y caminaron hacia la heladería más cercana. 

Se sentaron en una de las mesas después de recibir su pedido y conversaron sobre cualquier cosa. Hasta que tocaron ese tema. 

— La boda será en dos semanas. — silencio. — Bebé... 

— No quiero que llegue ese día, Hyung. — sus ojos se cristalizaron. — Cada día está más cerca, no quiero, no quiero ver como ambos aceptan pasar sus vidas juntos.

— ¿Cómo sabes que él va a aceptar? 

— Porque ella está obsesionada, hará lo que sea con tal de que estén juntos. No, no puede. ¡Él está con Ethan-Hyung! 

— Lo siento, cariño. 

Y Emilio solo pudo abrazar a Joaquín cuando éste comenzó a derramar lágrimas silenciosamente. 

•‡•   

En alguna otra parte... 

— Mamá, yo no quiero estar con ella. 

— Lo estarás quieras o no. No voy a permitir que mi hijo pase el resto de su vida con un chico. 

— Pues estaré con él siempre. No me importa si estaré casado o si me toman por infiel. Voy a seguir con él, pase lo que pase. 

Y dicho esto, salió de la casa de su madre con un humor de perros. 

•‡• 

— Joaquín. 

— Hanna. 

Ambos se miraron a los ojos, fulminándose con la mirada entre sí. 

— ¿Puedes creer que en dos semanas me casaré? — rió la chica. 

— Ya quisieras. Aunque Camilo se case contigo, él no te amará. 

— Yo creo que lo hará después de la noche de bodas. 

— Mala suerte que él ni te mirará esa noche. — hizo un puchero, fingido claro.
— Además, es probable que te sea infiel a los minutos de casados. Es una pena, Hanna. 

La chica solo se dio media vuelta y se marchó del parque indignada. 

De repente, llegó Emilio hasta donde estaba Joaquín. Parecía que había corrido un maratón. 

— ¿Hyung? 

— Mi amor... Nos vamos de viaje. — sonrió, enseñando los boletos.





Nos leemos el 31 con un maratón de 5 capítulos!!!

Boyfriend #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora