Capítulo XI

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Cuando llegamos a su casa me aclararon que eran primos, no les había preguntado, igual me alivió saberlo, ellos de verdad parecían muy cercanos, se notaba que de verdad se querían mucho y eso llegaba a darme envidia.

Estando perdida en mis pensamientos, no recuerdo qué estaba pensando muy bien, pero de todas formas fueron interrumpidos por Axel que empezó a contar sobre cómo nos conocimos.

(...)

—Doctora, usted ya sabe cómo nos conocimos, esa parte no se la voy a contar, sin embargo, él también le aclaró algo que me había dejado confundida, eso sí se lo diré.

(...)

Diana empezó a reírse con fuerza con lo que Alexis le había dicho, yo aún no entendía qué pasaba, tuve que preguntar y seguido ella me respondió.

—Entonces, ¿Tú pensaste que este tonto tenía depresión? —Señalando a su primo que estaba al lado suyo, sin evitar reírse—. te contaré por qué dejó de ir a estudiar —hizo una pausa repentina—, ¿Tú sabes del fallecimiento de su madre? ¿De mi tía?

—Si, Axel me lo aclaró «¿Ella por qué sabe de eso?».

—¿Axel? —Alexis se apresuró a aclararle que era el modo por el que yo le llamaba—. Oh... bueno, luego de su muerte, nos dimos cuenta de que la casa en la que mi tía vivía no era suya y estaba demasiado cara para que la pagara mi pobre primo... Literalmente, entonces él sacó esa semana para buscar un lugar en el cual vivir de forma cómoda, también aprovechó para buscar trabajo.

—Entiendo, me alegra que haya sido un malentendido todo el tiempo —murmuré mientras miraba hacia el suelo.

—¡Sonríe! Gracias a esto logré darme cuenta de más detalles sobre ti, Adriana —comentó Alexis dando una risilla.

—Tienes razón —suspiré.

En ese momento veo que Axel se acerca a mí, no sabía para qué lo hacía por lo que me puse un poco nerviosa y traté de alejarme un poco, ese momento de tensión que tuve fue como una falsa alarma, él solo me iba a decir algo al oído.

—¿Te parece bien que le cuente a mi prima sobre lo que te sucede? -susurrando.

—«¿Hablarle de qué?... ¡Oh! Ya recordé» Claro, puedes contarle, se ve que es buena persona —imitándolo.

—Excelente —habló en voz alta y rápidamente se sentó en su lugar.

Mientras murmurábamos delante de Diana, ella solo nos miraba confundida y a la vez curiosa por lo que pasaba.

—¿Qué sucede? —preguntó ella mientras mostraba una leve sonrisa.

Axel la miró fijo mientras a ella se le veía un poco asustada, no sé qué podría estar pensando, él lanzó su pregunta:

—¿Recuerdas la enfermedad que mi madre tenía? No me refiero a esa que la llevó al hospital, hablo de la que tenía desde antes.

No le dio tiempo de responder y de inmediato dijo:

—Pues mi querida amiga Adri tiene el mismo padecimiento.

—Hay una cosa que quiero aclarar —solicitó ella mientras me observaba con algo de seriedad, luego se volteó hacia Alexis—, ¿Cómo es posible que le tengas un apodo a ella y no a mí? —gritó mientras me señalaba.

Ella seguía reclamándole sobre mí sobrenombre, empezaba a sentirme un tanto incómoda, aunque yo tampoco entendía porqué me llamaba de ese modo, me puse a pensar en eso y mientras lo hacía, Diana tomó mis manos para decirme.

—Deja que yo te llame por ese modo, ¡Por favor!

—Yo tampoco sé porqué él me dice de ese modo, aunque claro, también puedes llamarme así.

Diana se alegró mucho con esa respuesta tan seca que había dado y momentos después, aclarando que aún estaba agarrando mis manos, empezó a conversar de unas de las cosas más... ¿Cómo decirlo? ¿Las cosas más bellas? Sí, de lo mejor que alguien podía decirme luego de conocerme.

—Adri, no me importa cómo sean tus otras personalidades, confía en mí cuando te digo que me haré amiga de ellos también.

—Gracias.

En ese momento respondía así porque no me di cuenta de que había hecho una amiga nueva y que no estaría tan sola de allí en adelante.

La prima de Axel entre muchas cosas que me contó dijo que vivía en otra ciudad añadiendo dijo que se cambiaría a una casa cerca de la de Alexis ya que empezaría a trabajar.

—Mi prima trabajará aquí porque no quiere estudiar más y como mis tíos no quieren que quede en la calle le dieron algo de plata para que pague un alquiler mientras consigue un empleo —miró a Diana—, ¿Verdad?

—Si... —volteó a mirarme—. Pero no te preocupes Adri, conseguiré un trabajo en el cual pueda estar libre sábados y domingos, pregúntame el porqué.

—¿Por qué? —pregunté sin emoción.

—La respuesta es... ¡Para pasar tiempo contigo en esos días! —exclamó dando pequeños saltos.

Según yo era algo de familia que fueran tan amables con los demás, en especial con alguien como yo, más en ese momento sabiendo lo que tenía y lo que le hacía a los de mi alrededor si darme cuenta, era cuestión de tiempo para que me encariñara con ellos.

Olvidé decir que antes de irme a mi casa intercambié número telefónico con Diana y como aún no era de noche me fui sola, tenía varias cosas por pensar, fue de los momentos más extraños de mi vida pero no los cambiaría por nada.

El Espejo Roto ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora