Capítulo XX

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Lo que me preocupó en esos momentos fue su tranquilidad al decirlo, como si no le tuviera miedo a nada.

—Lo siento, no sabía que él tenía novia —me alejé rápido de él e iba a ir con Laura, se veía desde lejos que estaba incómoda.

—No te preocupes ¡Yo no tengo ninguna novia! ¿Verdad, Ángela?

—Que delicados, solo quería jugar un poco, ¿No es para eso la salida? Perdón.

—Bueno, ¿Qué le parece si vamos de una vez al parque grande? —dijo Diana para cambiar el ambiente—. Después de todo nos iremos caminando.

—¿Vamos? — preguntó Ángela y tomó del brazo de Joel, mientras él se desquitó.

—¡Vamos! —dijimos los demás.

En el camino todos se reían a gusto, contaban chistes, Fabián, que nos alcanzó minutos después, se cayó tumbando al chico que iba adelante, avergonzando a Laura y haciendo reír a todos los que estábamos.

Me sorprendió que me hayan tomado como parte del grupo, era lindo.

Al fin habíamos llegado a nuestro destino, era el mismo parque de siempre, lo diferente es que esta vez no se sentía como solo un lugar lleno de gente ocupada, esta vez se veía como un lugar divertido, al que iría siempre.

Mientras todos charlaban decidimos entrar a un restaurante, nuestros estómagos empezaron a rugir pidiendo la comida, era un lugar bastante grande y no me sorprende, después de todo era un sitio concurrido, debía de irle bien a la persona encargada.

No tengo mucho para contar con respecto a lo que hablaron, eran temas que yo desconocía y en los que no podía dar mi opinión, tampoco digo que eso me molestara, estaba muy cómoda observando y escuchando sus cosas, pero no todo en este mundo puede salir perfecto.

Ángela no me quitaba los ojos de encima, se dedicó a observar cada movimiento que yo hacía y no se tomó el tiempo de disimularlo, es probable que exagere, nadie se pierde una comida para dedicarse a mirar a alguien que no conoce.

Empezaba a hacerse tarde, ya se podía ver cómo la luna nos decía que debíamos regresar a casa, dos de los chicos se fueron porque estaban muy cansados, eso según lo que dijeron y los demás quedamos ahí, la mayoría hablando y yo como siempre solo disfrutaba de escuchar sus conversaciones. Al rato quedamos solo cuatro personas, Fabián se marchó despidiéndose de todos de una manera muy alegre, después de todo Laura aún es joven para estar a esas horas en la calle, a pesar de estar acompañada de su hermano mayor.

Tal y como lo hicieron todos, los que quedaban, que no eran muchos, se fueron también, se despedían y se marchaban, esto parecía un colegio en el cual cada quien se va cuando sus padres los recogen, a diferencia de que en esta ocasión lo hacían por su propia cuenta.

Ya no encontraba qué hacer, ni me podía ir sola por la hora que era, estaba con Diana, Alexis y la chica Ángela, y aunque no quería quedarme, esa era la única opción que me quedaba en esos momentos.

Axel y Diana se fueron a pagar la cuenta; cuando cada uno se iba, dejaba el dinero que había gastado y era más fácil para ellos. Solo quedábamos Ángela y yo, mirándonos frente a frente, esos ojos negros que no pararon de analizarme en toda la tarde estaban allí, observando cada cosa que hacía, eso me resultó demasiado incómodo, ya no podía seguir de ese modo.

—Tu nombre es Ángela, ¿No? Un gusto, yo soy Adriana.

—Sí, ese es mi nombre y el tuyo es muy bonito —tomó un poco del jugo que le quedaba y sonrió—. Me alegra tener una nueva amiga, después de todo eres muy... Eres bastante encantadora.

—Oh, gracias, también me agradó conocerte.

—Sí... ¿Sabes? Hace rato que quiero preguntarte algo —dijo ella tranquilamente.

—Claro, dime.

Me alegraba saber que sentían interés por mí, no era la primera vez que lo hacían, pero en ese tiempo siempre que alguien le interesaba saber sobre mí resultó ser algo positivo.

—Alexis y yo nos conocimos hace poco, igual nos hemos hecho amigos, trabajo con Diana e inevitablemente terminamos conociéndonos, pero no es eso de lo que quiero decir; el punto es que él me ha hablado de varias cosas, me contó de su mamá, de su muerte y de su enfermedad... También me contó sobre una amiga, me dijo que esa amiga padecía de lo mismo, jamás me mencionó su nombre, ni me dijo mucho sobre esa chica, pero me preguntaba si esa amiga eres tú.

—Oh, sí, yo soy esa amiga —declaré orgullosa de saber que Axel hablaba de mí y de inmediato quise saber la razón de su comentario—, ¿Por qué?

—Solo lo digo porque... Yo no creo en esa enfermedad o trastorno, me parece que solo son personas queriendo llamar la atención de los demás, es una pérdida de tiempo interesarse en eso, además, ¿No crees que la razón por la que aún no estás sola es por la lástima que te tienen? ¿No te da vergüenza hacer amigos de ese modo? Pensándolo bien, es muy lamentable que tu única forma de conseguir que personas como Diana y Alexis se queden a tu lado sea de esa manera, piénsalo ¿Crees que llegarás muy lejos haciéndote la enferma? Y si eso que se supone que tienes es real, ¿No estaríamos en peligro con alguien como tú suelta? Es que solo mirar esas marcas que te haces me pone a pensar que de verdad estás muy urgida... —se detuvo y me miró a los ojos—. Parece que tienes algo que decir, ¿En qué estás pensando? Puedes decirme.

 Parece que tienes algo que decir, ¿En qué estás pensando? Puedes decirme

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