capítulo VIII

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Cuando fui a la dirección que me dieron no había nadie, en ese lugar estaba vacío, me decepcionó un poco, no importó mucho ya que aún necesitaba ir a visitarlo, le pregunté a una profesora y ella me dijo que antes de que él faltara hablaron, que fue una conversación tan fluida que Axel le contó que se había mudado y también le dio su dirección.

No podía creer que su casa quedara tan alejada de la mía, después de todo él acostumbraba llevarme a mi hogar y aunque estaba con la boca abierta por eso, la razón por la que venía era algo diferente, no podía distraerme.

Toqué la puerta varias veces, él no me abría, seguí tocando varios minutos, quizá no tuvo más opción que abrirme la puerta, lo que encontré en internet dice que al estar con la persona que te gusta, te pones nervioso y yo no tenía ni un poco de nervios.

Olvidé decir que el día que lo visité fue un sábado, quise ir de mañana, no tenía razón aparente para eso, terminé haciéndolo así.

Cuando él me miró tuvo una expresión de sorpresa bastante exagerada, supongo no debió ser negativa, después de todo me saludó y me dejó entrar a su hogar.

Si tuviera que describir el interior de su residencia, podría decir que era un lugar pequeño, tenía todas las ventanas cerradas y con cortinas por lo que se veía todo oscuro, cuando miré hacia la cocina pude notar que todo estaba desordenado y bastante sucio.

Yo no era una persona colaboradora en ningún sentido, a mí no me importaba nada, a veces ni siquiera me importaba yo misma, pero al tratarse de él quise ayudarle un poco a arreglar todo, no podía creer que yo misma cambiara tanto al estar frente suyo, la idea de limpiar no cambió, cuando empecé a hacer aseo él estaba rojo y empezó a impedir que yo le ayudara.

—No necesitas hacer eso, yo lo hago después.

—Pues como yo lo veo, empezarás a hacer más desorden y acumularás suciedad por montones.

Él se quedó en silencio y su cara volvió a ruborizarse, no sabría decir si era algo que me gustaba o no, seguí haciendo la limpieza en todas partes, tanto como para perder la noción del tiempo y olvidar la razón de mi visita, por fortuna lo recordé.

—Por cierto, Axel, la razón de que venga de pronto es para hablar contigo.

—Oh, olvidé preguntarte, perdón... Así que, ¿De qué quieres conversar?

—Bueno... «¿Cómo se supone que le diga?».

Es verdad que en lo que estudio veo sobre la depresión, que debía saber desde el principio qué era lo que él tenía; mi pretexto es que aún no soy experta en el tema, además yo solo iba para saber sobre mí, los demás temas no me interesaban y no sabía cómo decirle su condición.

Al final solo decidí ser directa y arriesgarme a saber qué sucedería después, aunque estuve sin decir una palabra en unos momentos, después de pensarlo lo dije.

—No es algo fácil de hablar y quiero ser muy directa con lo que diré, vine aquí para decirte que tienes depresión.

Mi cara cuando lo dije fue inexpresiva y sé que mis palabras fueron frías, sabía que no estaba bien el modo en que lo dije... Ya no había marcha atrás.

Su reacción de nuevo me sorprendió, de hecho, no tenía ninguna, es como si ya lo supiera o como si no le importara, estaba confundida porque no sabía qué estaba pensando.

Al menos esperaba una respuesta, pero no dijo nada respecto a eso, me sentía terrible, ¿Acaso él sí sabía lo que tenía y yo solo estoy actuando de más? Era difícil saberlo ya que mientras estuve ahí él no lo estaba mencionando.

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